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“Pasé hambre cuando llegué aquí”

| Sábado 22 junio, 2013


Cuando me levanto rezo y antes de acostarme rezo. Esteban Monge/La República


"Los errores son necesarios en la vida"


Inés Sánchez de Revuelta

“Pasé hambre cuando llegué aquí”

La historia detrás de la ganadora de un Récord Guinness

Dicen que la única forma de ganar es no tener miedo a perder, y después de dejar todo por el régimen castrista, Inés Sánchez, su esposo y su hija mayor Inés María abandonaron Cuba en 1961 y empezaron de cero en Costa Rica, su nueva patria.
Así dio inicio la historia de una mujer que dice ser la prueba viviente de que la perseverancia y la preparación abren las puertas que los demás cierran.
Esta periodista cubana reconoce que no ha sido fácil, pero vender huevos y leche de cabra durante la infancia en su amada Habana le demostraron a temprana edad que el trabajo constante era su único camino.
Con una cálida voz y nostalgia por recordar tiempos de lucha, alegrías y tristezas en su país, cuenta su vida para que sirva de ejemplo a las nuevas generaciones que renuncian tras la primera decepción.

¿Cómo fue su infancia en La Habana?
Nuestra familia era muy pobre, mi papá trabajaba como chofer de tranvía y cuando cumplí cinco años, él se quedó sin empleo. Empezamos a vender gallinas y a criar cabras, así sobrevivimos mientras mi papá encontraba otro trabajo.

¿En qué trabajaba en Cuba?
Yo me gradué como periodista y tuve la oportunidad de trabajar como locutora en la estación Mil Diez para narrar los carnavales, después hice una audición como presentadora en CMQ, un canal importante allá y así empecé.

¿Por qué se vino a Costa Rica?
No estábamos de acuerdo con el régimen de Fidel Castro, como periodista no tenía lugar en un país donde no podía decir lo que pensaba, queríamos irnos para Miami, pero no teníamos visa, unos amigos allá nos esperaban, pero mi esposo insistió en venir aquí y nunca nos arrepentimos.

¿Cómo fue su primer día en el país?
Recuerdo que llegamos al viejo aeropuerto, era de noche, estaba lloviendo mucho y un señor que ayudaba a las personas que venían de Cuba nos llevó a la pensión Linda Vista, donde nos dejaron quedarnos unos días sin pagar, pasamos hambre, a veces nos acostábamos sin comer.

¿Cuál fue su primer trabajo en Costa Rica en 1961?
Ese año fue muy duro, pues recién llegamos al país, no teníamos dinero, mi esposo y yo no teníamos trabajo, en Cuba yo era locutora, fui a pedir un espacio en Canal 7, pero al final me ofrecieron empleo en Radio Monumental donde me pagaban ¢50 por semana.

¿Cuál fue su primera experiencia en la televisión nacional?
Insistí en Canal 7 y empecé a vender el espacio en la calle para poder pagar 57 minutos al aire, recuerdo que en una tienda de estampitas llamada El Soldadito, me regalaron estampillas para ganar ese dinero y empezar con un programa especial de Navidad.

¿Cuán difícil fue lograr su programa?
Muy difícil porque nadie me conocía, las personas no me daban su dinero como patrocinadoras, porque pensaban que por ser cubana me iba a ir y les iba a quedar debiendo dinero, muchas veces me dijeron que no, siempre me decían mañana la ayudo; yo les decía mañana no me sirve.

¿Cómo nace Teleclub?
Visité Canal 4 y canal 9, ahí conocí a Arnoldo Vargas él me dio crédito por un mes para que empezara un programa que se llamaba -Cocina club- esa fue la antesala de Teleclub el 8 de febrero de 1963.
Yo quise darle algo a este país, que nos había ofrecido tanto cariño, vi que aquí solo había un programa de cocina, un noticiero y uno de deportes, quería un programa para la familia.

¿Cómo logró el éxito a pesar de las dificultades?
En Cuba una vez perdí un pollito de los que criábamos y mi mamá me dijo que perder ese pollito, era perder huevos que debíamos vender. Y lo busqué hasta que cayó la noche pero lo encontré, ahí entendí que cuando uno se propone algo debe completarlo, nos criamos con mucha tenacidad.

¿Ha vuelto a Cuba ?
No, yo salí de mi país porque no estaba de acuerdo con el régimen, el cual aún continúa y hasta que siga así no volveré.

¿Qué extraña más de su país?
El Malecón, las olas rompiendo contra el Malecón, lo extraño mucho, quiero ir a sentarme ahí de nuevo.

¿Qué les dice a las personas que creen que las limitaciones son más fuertes que las posibilidades?
Le diría: Usted sí puede, tiene que seguir adelante, usted puede hacer lo mismo que yo hice, somos iguales, nuestro cerebro es igual.

¿Qué le agradece más a Costa Rica?
El cariño que me han dado, porque cuando llegué de una tierra lejana, no les importó que fuera extranjera.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net







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