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NACIONALES


Parálisis por análisis

Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Jueves 30 octubre, 2014




Oposición y sectores se quejan de “comisionitis” y reclaman acciones

Parálisis por análisis

Gobierno insiste en que el diálogo es la vía costarricense


En campaña Luis Guillermo Solís y su equipo se presentaron ante los electores como académicos con experiencia, que tenían propuestas concretas para resolver los principales problemas del país.

Seis meses han pasado desde que terminó la contienda y el mandatario asumió sus funciones y las iniciativas concretas que él prometió brillan por su ausencia.

En su lugar, el Presidente privilegia los análisis, los foros y las mesas de diálogo, para elaborar, participativamente, los proyectos que eventualmente enviará a la Asamblea Legislativa.

Esa es la opinión de la oposición, los analistas y algunos empresarios consultados, que señalan como positiva la apertura de Solís al diálogo, pero que al mismo tiempo le reclaman la carencia de propuestas y soluciones en el corto plazo.

El déficit fiscal, el grave problema de infraestructura, los salarios de los empleados públicos, el costo de la energía y la situación de las pensiones son algunas de las problemáticas más urgentes que enfrenta el país. Estos asuntos se discuten desde hace años y ya todos sabemos cómo deben abordarse por lo que no requieren tantos diagnósticos y análisis, afirma Karla Prendas, subjefa de fracción del PLN. El problema es que después de seis meses aún no tenemos claro hacia dónde va Solís en esos temas, señaló.
Aunque en principio las mesas de diálogo que Luis Guillermo tiene abiertas son un reflejo de la importancia que le da el mandatario a la participación ciudadana, lo cierto del caso es que podrían ser contraproducentes para sus intereses a mediano plazo.
Esto, porque nada garantiza que los productos que surjan del diálogo, cuenten con un amplio margen de consenso en la Asamblea Legislativa, sobre todo, si se considera la polarización que existe en Cuesta de Moras.

Por otra parte, Solís debe tomar en cuenta que en promedio un proyecto de ley dura unos dos años en ser aprobado en primer debate, esto si no tiene mayor oposición, como es el caso de la ley de energía y fertilización in vitro, que ya lleva más de cuatro años de estar en discusión.

Otro aspecto fundamental es que Solís podría estar hipotecando su valioso capital político, que le habría servido para tomar algunas decisiones o impulsar algunos proyectos de ley que no serían tan populares.
En ese sentido, los planes complejos debieron haberse discutido desde el principio, cuando todavía se recuerdan los 1,3 millones de votos que llevaron a Solís a la Presidencia.

“Los primeros dos años son fundamentales para el Gobierno, se tiende a decir que la segunda legislatura es la más productiva. Después, ya se baila a otro ritmo, que es el de la campaña política y las cosas se complican”, indica Francisco Barahona, analista independiente.

Para algunos diálogo excesivo y sobredemocratización, para otros inclusividad y participación ciudadana. En todo caso el gobierno que generó tantas expectativas en campaña, aún no empieza a tomar las decisiones que atiendan frontalmente los problemas del país.

Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net
@earrietaLR
Colaboró Fabio Parreaguirre







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