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EDITORIAL


Para un 2014 más sano

| Martes 07 enero, 2014




Es necesario tomar un camino inteligente, sano e incluyente en el país. Pero que de esto no se hable como un anhelo romántico y para atraer votos, sino que se ponga en práctica como una sabia y valiente decisión


Para un 2014 más sano

Nuestro deseo es que el año que comienza sea mucho mejor que el anterior. Seguramente es el anhelo de todos en Costa Rica y el mundo.
Pero hacerlo realidad exige, además de enunciarlo, examinar lo hecho y recordar que a mismas acciones iguales resultados.
Vivir el presente es bueno y necesario. También planear el futuro. Pero se debe revisar lo hecho en el pasado y no solo reconocer errores sino asegurar cómo estos serían enmendados. De lo contrario, todo puede empeorar.
Sabemos que difícilmente alguien emprende proyectos para el país pensando en que estos van a ser malos. Sin embargo, los planes pueden echarse a perder si se infiltran el egoísmo, la codicia y la torpeza.
Si esto ocurre, la única posición inteligente será detectar esos focos de enfermedad. Si se tratan únicamente sus síntomas y efectos, el mal seguirá avanzando hacia un estado incontrolable e indeseado de profunda inconformidad social.
Los costarricenses tenemos un valioso año enfrente, que nos abre la puerta para asegurarnos que en 2014 no estarán presentes las acciones que han engendrando serios problemas sociales (malas administraciones, corrupción público - privada, despilfarro y mal uso de los recursos públicos, entre otros. La lista es larga).
Si esto hacemos, por encima de lo que ocurra en el resto del mundo, podremos vivir en la nación de paz y democracia que Costa Rica supo ser durante tantos años y que no tenemos derecho a destruir porque pertenece a todos.
Ninguna calamidad puede amenazarnos si tenemos claro que somos un país con personas en general trabajadoras, honestas, inteligentes, deseosas de superación y solidarias. Una población que solo pide ser tomada en cuenta para sus más esenciales necesidades. Esto a menos que los gobernantes tengan una ceguera que les impida verlas y valorarlas como tales.
Somos parte de una economía globalizada que debemos entender muy bien para movernos con acierto en ella y crear estrategias eficaces para que todos puedan aprovechar la coyuntura.
Pero además, es de nuestra exclusiva responsabilidad, a qué destinemos lo que con ello logremos, para una justa distribución de esa riqueza. Lo contrario, es engendrar consecuencias indeseadas. En este espacio venimos diciéndolo hace años.
Se han aplicado políticas no inclusivas y conductas (éticas y morales) en la mayor parte de los países del mundo, que llevaron a una crisis financiera primero y luego a una prolongada y dolorosa crisis económica, al desempleo, a profundizar la desigualdad y la pobreza.
Costa Rica no ha sido una excepción a esto. Por el contrario, lo hemos emulado como si de algo bueno se tratara.
A nuestros jóvenes nadie les dijo que aunque hubieran estudiado no tendrían trabajo; más bien, se les dijo lo contrario.
Tampoco les dijeron a los campesinos que en otros países se subsidiaba a muchos de sus semejantes pero que aquí la idea era no hacerlo y que tampoco tendrían moderna tecnología ni créditos adecuados a su condición, para poder competir, a pesar de nuevas denominaciones burocráticas como “Sistema de Banca para el Desarrollo”. Mucho nombre para tanto fracaso aunque ahora se busca que “despegue”.
Podemos evitar los riesgos de este tipo de cáncer porque si continúa avanzando luego la cirugía y quimioterapia son muy dolorosas.
Tomemos un camino inteligente y decente, sano e incluyente. Pero que de esto no se hable como un anhelo romántico y para atraer votos, sino que se ponga en práctica como una sabia y valiente decisión.







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