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Para China, Mitt Romney es bueno

EFE | Jueves 13 septiembre, 2012




Para China, Mitt Romney es bueno

China tiende a ver con agrado a los Republicanos en la Casa Blanca porque es evidente lo que quieren: libre comercio, impuestos bajos y una fuerte seguridad nacional. Los demócratas son más caprichosos y se detienen en cuestiones turbias como los derechos humanos y el medio ambiente.
En el caso del candidato presidencial republicano Mitt Romney sería admisible, empero, pensar que los funcionarios de Pekín están perdiendo el sueño. Favorece una postura más combativa, lo cual incluye una mayor presencia naval estadounidense en Asia, más ventas de armas a Taiwán y etiquetar a China de manipulador cambiario.
El compañero de fórmula de Romney, Paul Ryan, se queja de que China trata al presidente estadounidense Barack Obama “como a un felpudo”.
China sin embargo no se inmuta. Por supuesto, sus medios reaccionan de tanto en tanto, rechazando las ideas de Romney por ser “beligerantes” y una “manifestación anticuada de una mentalidad de la Guerra Fría”.
Su calamitoso viaje a Europa desató innumerables caricaturas estadounidenses feas en Asia. Pero, en líneas generales, China ve una potencial presidencia de Romney sobre todo con un gran encogimiento de hombros. Veamos cinco razones que muestran por qué.
Una, Robert Zoellick, el ex presidente del Banco Mundial, es asesor de Romney y una opción natural para un alto cargo en el Gabinete, quizá secretario de Estado inclusive. Es un respetado defensor del libre comercio y, por lo visto, un gran admirador de China.
Zoellick seguramente disuadiría a Romney de alejarse de una economía que tal vez supere a la de Estados Unidos para el momento en que su jefe estaría quizá concluyendo un segundo mandato.
Consejos de Zoellick le diría a Romney que sí; que indudablemente China mantiene baja su moneda, pero que lo mismo hace Estados Unidos.
Un elemento obvio de los esfuerzos de flexibilización cuantitativa del presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke es un dólar más débil. A decir verdad, si hay un país que debería acusar a otro de manipulador, es Japón en sus relaciones con los Estados Unidos. Lo esencial es que Zoellick mantendrá al empresario Romney centrado en hacer negocios con el principal cliente de su país.
Dos, China es consciente de su ascendiente. Hay una razón por la cual China está haciendo sentir su peso en el Mar del Sur de China, para gran consternación de Obama: entiende que un Estados Unidos apretado militar y financieramente no es la fuerza que era antes. Basta con mirar cómo los funcionarios europeos tropiezan unos con otros por obtener las reservas en divisas de US$3,2 billones de China. No están yendo a pedir limosna a Washington.
China debe afrontar retos enormes, entre otras cosas su propia transición en el liderazgo. Primero y ante todo está sosteniendo el crecimiento cuando el resto del mundo, del que China ha dependido para absorber sus exportaciones, tiene dificultades con la deuda y el estancamiento económico.
Esto podría muy bien agravar las tensiones sociales que fueron disimuladas por la expansión vertiginosa del país. Sin embargo, la cuestión también es esa: China tendrá tantas cosas de las cuales ocuparse a nivel interno que le quedará poco tiempo para inquietarse por las maquinaciones del Salón Oval.
Tres, la visión Romney-Ryan sería posible para China, sobre todo por contraste. Los líderes de China serán comunistas, pero también son keynesianos devotos. En todo caso, China fue un poco lejos con la idea de que el gasto público puede impulsar el crecimiento en ausencia de una demanda de los consumidores. El Estado aplasta todo lo demás.
De todos modos, Estados Unidos podría cometer un error más grave si entusiastas de la austeridad como Romney y Ryan se salen con la suya. Si bien sería un punto negativo a largo plazo para el crecimiento chino que Estados Unidos ajustara agresivamente la política fiscal, el ejercicio podría producir beneficios a largo plazo.
No cuesta demasiado imaginar que Estados Unidos quedará aún más rezagado en las tablas de posiciones educativas y que la infraestructura estadounidense se vendrá abajo en tanto la Casa Blanca se obsesiona por los hechos en Irán y Rusia antes que en China.
Cuatro, los multimillonarios chinos entienden a un tipo que ha tenido una cuenta en un banco suizo. Gracias a la corrupción galopante y a la transparencia cero, muchos peces gordos del Partido Comunista se están enriqueciendo a sí mismos y sus familias.
Cinco, los líderes estadounidenses tienen muchas ínfulas. Los presidentes suelen asumir sus funciones prometiendo adoptar fuertes medidas contra China –dos de esos ejemplos fueron Bill Clinton y George W. Bush.

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