Para una Semana Santa en paz
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 14 marzo, 2008
La llegada de la llamada Semana Mayor puede significar en el país un tiempo de mayor tensión, inseguridad, accidentes de tránsito, muertes violentas y, en general, una serie de situaciones que se alejan cada vez más del verdadero espíritu que llevó a establecer días feriados para esta fecha.
Si bien es cierto que algunas personas la utilizan para un sereno y responsable descanso e incluso muchos participan en las actividades religiosas, también lo es que otros salen en busca de diversión irresponsable y desmedida, abuso en el consumo de alcohol y conducción imprudente de vehículos en calles y carreteras, entre otras actitudes de consecuencias negativas.
Esta transmutación del sentido de la Semana Santa genera problemas que van desde pequeñas molestias hasta graves situaciones para unos y otros. Trae costosas, lamentables y a veces dolorosas secuelas en el orden personal, familiar, social e institucional. Es decir, un verdadero trastorno en todas las esferas o ámbitos.
Tal situación debería cambiar. Esto es posible en la medida en que autoridades y ciudadanos tomen conciencia de que, si existe la voluntad, se pueden poner en funcionamiento unas estrategias y una actitud capaces de iniciar un cambio de cultura para que la Semana Santa retome su significado y aun para quienes no profesan la fe religiosa que le dio origen, puedan ser días de paz y verdadero descanso.
Si se deseara, se podría dirigir al país hacia esa nueva realidad. Habría, eso sí, que tomar las medidas necesarias para que en semanas como la próxima, las carreteras dejen de ser posibles antesalas de la muerte, para que los hogares no sean violados por el crimen organizado, para que nuestras playas no sean testigos del trágico destino de quienes fueron en busca de un chapuzón refrescante en el mar y encontraron la muerte, para que el abuso en la ingesta de alcohol no continúe propiciando violencia y trágicos desenlaces.
Se sabe que no son giros de conducta que puedan producirse de la noche a la mañana, pero está muy claro que continuarán y quizás empeorarán si no se inicia el proceso de los cambios.