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Para salir de Babel

| Jueves 14 mayo, 2009



Para salir de Babel


La política es, como señala Enrique Krauze, el tortuoso arte de la negociación. En ella se impone el dialogar con base en la claridad de nuestras propias ideas y con el respeto a las ajenas; pero sobre todo con una sincera voluntad de entenderse, especialmente en aquello que nos resulte impostergable. Hoy, sin embargo, no parece ser esta la definición aplicada en nuestro país; donde el debate político se erosiona a merced de visiones parciales, intereses, miopías y egoísmo.
Como la bíblica Torre de Babel, nuestro país dirigido por un grupo de visionarios ha tratado desde mediados del siglo anterior de construir una sociedad más justa, democrática, libre y solidaria, haciendo del bienestar de la mayoría ese punto en el cielo al que se aspiraba llegar, sin embargo, semejante al desorden provocado por un Dios celoso ante la soberbia de sus constructores, hoy se nos presenta como una confusa maraña de lenguas distintas.
Los actores sociales y políticos tienen ese común denominador. Ya en su momento nuestro Presidente lo dijo: Costa Rica habla todas estas lenguas y todas merecen ser escuchadas. Hoy no podemos costear la sordera. Costa Rica debe abrir sus canales de diálogo o estará condenada a ser una nueva Torre de Babel en la que no haya comunicación posible y que obligará a sus hijos a diseminarse por la tierra, expulsados de su patria por el hambre y la falta de oportunidades.
Sus palabras me recordaron el sugestivo título de un libro de Enrique Krauze, intelectual mexicano consternado por el desorden social que imperaba durante la segunda mitad de la administración Fox, y que derivó, junto con otras causas, en un México sumido en una profunda crisis de gobernabilidad, donde cada vez más se menciona el concepto de “Estado fallido”, reafirmando la percepción de que la construcción de un estado de derecho es una asignatura pendiente de la democracia mexicana.
De su ejemplo debemos aprender los costarricenses. Hoy nuestros retos no dan espacio para la confusión y la tardanza; una crisis financiera global, pandemias, carteles de la droga, calentamiento global y una mejora sustancial de nuestro sistema educativo, son temas en los cuales las decisiones tomadas han sido parciales o nulas, adoptando la comodidad de la crítica a un gobierno que aunque profundamente capaz y visionario, no puede asumir en solitario el reto de conducirnos al desarrollo y al progreso.
Hoy pensar que se poseen todas las verdades es la más riesgosa de las creencias. Conduce sin duda al autismo político, en el cual cada actor, partido o sector crea su propio lenguaje, al costo de ser incapaces de entenderse con el resto de la sociedad, salvo en aquellas raras coincidencias que no alcanzan para esbozar un proyecto de país.
La política es escuchar, observar, hablar, buscar el equilibrio entre las posiciones, y lograr ver más allá para darle sentido histórico a la abrumadora cotidianidad del poder.
Ese es el reto al que se enfrentan aquellos que aspiran a conducirnos, al escogerles debemos decidir entre aquellos que seguirán el camino de la renuncia a la aspiración nacional de ser un país mejor, y los que tengan la visión y la valentía necesarias para conducirnos por la senda que nos permita salir de Babel.

*Secretario Nacional de Organización Sectorial
Liberación Nacional

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