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Osos polares y la Sala IV

| Jueves 14 octubre, 2010



Columna invitada
Osos polares y la Sala IV


El país se cae a pedazos, literalmente, en esta época lluviosa porque los aguaceros acentuados por el calentamiento global ponen demasiada agua sobre un mismo talud; las catástrofes impredecibles dejan provincias enteras incomunicadas, el riesgo de parálisis es real. Así nuestra democracia se desmorona por la concentración de demasiado poder en una sola Sala IV; nadie tiene seguridad jurídica en este país, cualquier contrato firmado así sea con el presidente, puede ser anulado; los Poderes de nuestra democracia ya no tienen poder para tomar decisiones y no se comunican entre sí, la parálisis ha llegado.
El colapso global del clima y el colapso local del gobierno presentan una falla análoga en sus planes de corrección: la mala comunicación con el ciudadano común, al cual los icebergs de Groenlandia le resultan tan lejanos como las curules de Cuesta de Moras, si ambos escenarios son ajenos a su entorno inmediato, el problema no le incumbe.
Es muy estéril la estrategia que busca cambiar los hábitos ambientales del tico con la motivación de salvar osos polares, seres casi mitológicos en su vida real; no hay impacto emocional. Es más efectivo explicar que el calentamiento global dispara las lluvias en nuestro clima tropical; por eso los aludes sepultan gente en sus casas, se desbordan ríos dejándome incomunicado; se caen puentes, pierdo días de trabajo; se derrumban carreteras y se dañan cosechas, haciendo más escasas las legumbres y por eso me rinde menos la plata en el mercado.
Ahora sí, cuando me tocan la piel, es más fácil que me convenzan de reciclar, reforestar y ahorrar energía en casa, y a nivel nacional aceptar plantas geotérmicas en volcanes del Norte y mega-represas hidroeléctricas en los ríos del Sur. Aunque es triste, se requiere un colapso, tocar fondo, ver en peligro mi propia vida, para estar dispuesto a actuar.
Ineficaz ha sido el plan para explicar a la opinión pública por qué hay que mitigar los efectos nocivos de la Sala IV. El enfoque es muy elegante pero la idea no se entiende en la gradería de sol, no se vende: La Sala IV se ha vuelto todopoderosa, da órdenes a todos los demás poderes, sean ministerios, autónomas, universidades, municipalidades, tribunales electorales o el congreso. Ya no atienden consultas constitucionales sino que son el jurado máximo arbitrario que incluso ordenan a la Asamblea Legislativa cambiar artículos de la Carta Magna, llegando al colmo de convertirse en Organo Constituyente.
El tico de la calle pregunta “¿Y a mí en qué me afecta?” Ya tenemos respuesta: Doña Sala prohibió los retenes policiales, indispensables para atender la preocupación número uno de los ticos: seguridad. “Quiero que la policía atrape narcos, armas, inmigrantes ilegales, y convictos en fuga; si esa tal Sala IV se lo impide, pues le cerramos el chinamo”.
Es un momento ideal para cultivar la idea del cambio, tanto en las acciones climáticas como jurídicas que el país necesita. En una democracia el pueblo debe tener muy claro cómo las decisiones políticas afectan su vida diaria, así será más fácil devolver poder a los Poderes de la República, domar a la Sala IV y apoyar la agenda energética.
El cambio es posible en tanto estemos convencidos de que la parálisis no es un plan de acción.

César Monge
cesarmonge@yahoo.com

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