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Oscar Arias y la gobernabilidad

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 05 diciembre, 2007


Oscar Arias y la gobernabilidad

Carlos Denton

Los costarricenses excepcionales que han llegado a la presidencia de la República descubren rápidamente que el puesto no conlleva el poder que ellos creían que tenía, cuando dedicaron tantos esfuerzos y recursos para llegar a ocupar la oficina en Zapote.
Ser presidente implica tener acceso a una serie de privilegios que no disfrutan los demás ciudadanos, pero cuando se trata de poder real de obligar a otros a realizar acciones que no harían voluntariamente, el primer “mandatario” no dirige tanto como sería el caso con los líderes de otros países.
La capacidad de traer cambios profundos al país gobernado no depende del “poder” intrínseco de la presidencia, sino de la capacidad de convencimiento de la persona que ocupa ese puesto. La burocracia está obstinada, y es más fácil arrear gatos que mover un grupo de legisladores en una dirección deseada. Los medios de comunicación se dedican a buscar fallas, y en el momento que encuentren una, la publican.
El recurso principal que potencialmente tendría un presidente es el apoyo del pueblo. Si el pueblo opina que el primer mandatario está desempeñando bien sus funciones, y si además es una figura popular, es mucho más difícil que los burócratas y los diputados se opongan a lo que pueda proponer.
Por las razones expuestas, se podría argumentar que son importantes los resultados publicados de las encuestas de opinión pública que miden el desempeño del presidente. Si el resultado de una encuesta demuestra que hay poca aprobación al desempeño del presidente, todo se le hace más difícil. Se crea un ambiente psicológicamente negativo, que provoca menos disposición de colaborar, cuando se trata de un primer mandatario impopular y mal evaluado. Cuando esto ocurre, se crea un inmovilismo agudo.
Oscar Arias es el mejor evaluado por sus conciudadanos de todos los presidentes de Centroamérica, Panamá y República Dominicana. Tres de cada cinco de los costarricenses (60%) opinan que trabaja bien, mientras que solo un 16% (muchos de estos remanentes del grupo del “no”) opinan que se desempeña mal. Siete de cada diez (70%) opinan favorablemente de Arias como persona.
Algunos dirán que este nivel alto de aprobación en una encuesta realizada después del 7 de octubre, es una mejora temporal por la victoria del “sí” en el referéndum. Pero la verdad es que la aprobación de su desempeño ha ido mejorando durante todo el periodo de su gobierno, y en el periodo julio a octubre, la mejoría para llegar a 60 fue de apenas ocho puntos. Parece que al costarricense le gusta en general el estilo de este líder.
Con estos niveles de aprobación el presidente Arias tiene el respaldo del pueblo y tiene más capacidad de lograr objetivos expuestos en su campaña, y desde que asumió el poder en 2006.
Que logre todos sus objetivos es improbable, pero los claves son alcanzables si su equipo de asesores no enreda las cosas, como parece que ocurrió la semana pasada con la ley de telecomunicaciones.
¿Cuál es el peor evaluado de los presidentes de la región? Esa distinción le toca a Oscar Berger de Guatemala, que perdió el apoyo del pueblo por su incapacidad absoluta de manejar el problema de la inseguridad en su país. La esperanza de lo costarricenses es que nunca lleguen a los niveles de inseguridad que viven los guatemaltecos, pero según la encuesta, la mayoría cree que el popular presidente Arias no tiene estrategia en ese sentido.

cdenton@cidgallup.com

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