Oportunidad contra la crisis
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 13 enero, 2009
La entrada en funciones del nuevo sistema de Banca Para el Desarrollo llega en un momento económico trascendental para el país.
La situación financiera que atraviesa el mundo y cuyas consecuencias podrían repercutir con mayor fuerza este año en Costa Rica, hacen que este mecanismo represente una buena oportunidad para algunos sectores productivos que generalmente poseen pocas opciones para obtener recursos.
Mucho se ha hablado de que este 2009 será trascendental en materia económica. Se teme que exista un menor nivel de consumo, cuya consecuencia inmediata sería una baja en los ingresos al sector comercial. Se teme asimismo una desaceleración en el turismo y en las exportaciones, lo que sin duda golpearía a los empresarios del ramo.
Ante ello, una de las respuestas podría estar dentro de las propias fronteras, mediante la búsqueda de nuevas opciones para generar recursos y de producir.
Por esto, es loable que existan nuevas alternativas para financiar proyectos tendientes a generar mayores opciones de empleo, bienes y servicios.
En ese sentido, el sistema de Banca para el Desarrollo pretende, en su teoría, dinamizar la actividad económica de los proyectos emprendedores, de unidades productivas así como de micro, pequeñas y medianas empresas que por diversas razones —ya sea por disposiciones jurídicas o por imposibilidad propia— no son sujetos de crédito en los bancos comerciales.
Hasta ahora hay otorgados cuatro empréstitos por ¢45 millones destinados a los sectores agrícola y textil y para este año hay unos ¢36 mil millones más listos para ser colocados.
Esta inyección de recursos, especialmente si estarán dirigidos a promover la producción y el desarrollo de nuevos negocios, permitirían abrir una ventana de escape a los eventuales efectos de la crisis que puedan generarse en el país.
Todo ello, sin embargo, debe ser manejado bajo la estricta fiscalización que el uso de los recursos públicos se merece, a fin de no deshonrar el espíritu con el cual nació el sistema.