Omisión o engaño
| Sábado 18 octubre, 2008
Omisión o engaño
A la gran mayoría de los costarricenses nos gusta el fútbol y nos gusta hablar de él, tanto es así que se nos recomienda no discutir de él, ni de la política ni de la religión, pues generalmente estas discusiones terminan en pleitos. Pero este no es el caso del urbanismo, la gran mayoría de los costarricenses no saben o no les interesa este tema y no tienen por qué saber de él pues nadie se lo ha enseñado. Además hay prioridades en el saber y en la vida personal de cada costarricense. La educación es uno de los deberes más sagrados del Estado y en este caso, como en muchos otros, el urbanismo debe aparecer única y exclusivamente en los programas de la carrera de arquitectura de las universidades públicas y privadas, no necesariamente en los programas de educación primaria o secundaria.
Diferente es para una minoría culta, cuyos medios económicos le ha permitido conocer otros países desarrollados donde por siglos han aquilatado esta disciplina y la han aplicado a sus ciudades destacándose en ellas entre muchos otros aspectos, sus parques y bulevares, sobre todo sus parques, no plazas de cien por cien metros, sino enormes pulmones verdes para compensar a sus habitantes de la dureza de las metrópolis, para embellecerlas y para mitigar la contaminación ambiental, últimamente.
Una cosa es la omisión en los programas de educación del Estado y otra cosa es el engaño de un pueblo aprovechándose del desconocimiento de sus habitantes de un tema específico. Con asombrosa ligereza, las autoridades de nuestro país han aceptado el generoso regalo de nada menos que un fabuloso estadio para 45 mil personas del Gobierno de China y con la misma ligereza, lo ubican en el lugar más cómodo, el Parque Metropolitano de La Sabana. No mediaron allí, el menor estudio de factibilidad para considerar diferentes opciones para su ubicación, dignas de este regalo y de mayor beneficio para el país, como el posible inicio de una ciudad olímpica ni la sentencia de muerte para el Parque La Sabana, el único pulmón de San José, ni los impactos urbanos que ya todos conocemos.
Peor aún, las mismas autoridades gubernamentales nunca buscaron asesoría imparcial y se han encargado de desvirtuar la realidad técnica dorándole la píldora a la afición con paliativos de sus propios asesores técnicos comprometidos, como estacionamiento de vehículos en la estación del Ferrocarril Eléctrico al Pacifico, trenes especiales, ciclovías, un estacionamiento para 500 vehículos en el ICE, además de la seguridad de que únicamente se celebraran allí eventos de noche, en días feriados o en fines de semana. Pero lo peor de todo esto es hacer creer a la afición nacional, mediante la prensa deportiva y otros medios a su alcance, que se le esta dando un golpe bajo al Estadio Nacional, la peor de las falacias, cuando en Costa Rica todos queremos el nuevo Estadio Nacional, pero también queremos a la ciudad y lo único que hemos hecho, desde que se anunció este proyecto, es exigirles a las autoridades correspondientes la debida responsabilidad en la ubicación de esta obra con todas las implicaciones que conlleva un proyecto de esta naturaleza, además de detener el engaño a la afición tergiversando el uso de los medios a su alcance, para salir del apuro, con todas las consecuencias que un error así conlleva.
Manuel Gutiérrez Rojas
Decano Facultad de Arquitectura UACA
A la gran mayoría de los costarricenses nos gusta el fútbol y nos gusta hablar de él, tanto es así que se nos recomienda no discutir de él, ni de la política ni de la religión, pues generalmente estas discusiones terminan en pleitos. Pero este no es el caso del urbanismo, la gran mayoría de los costarricenses no saben o no les interesa este tema y no tienen por qué saber de él pues nadie se lo ha enseñado. Además hay prioridades en el saber y en la vida personal de cada costarricense. La educación es uno de los deberes más sagrados del Estado y en este caso, como en muchos otros, el urbanismo debe aparecer única y exclusivamente en los programas de la carrera de arquitectura de las universidades públicas y privadas, no necesariamente en los programas de educación primaria o secundaria.
Diferente es para una minoría culta, cuyos medios económicos le ha permitido conocer otros países desarrollados donde por siglos han aquilatado esta disciplina y la han aplicado a sus ciudades destacándose en ellas entre muchos otros aspectos, sus parques y bulevares, sobre todo sus parques, no plazas de cien por cien metros, sino enormes pulmones verdes para compensar a sus habitantes de la dureza de las metrópolis, para embellecerlas y para mitigar la contaminación ambiental, últimamente.
Una cosa es la omisión en los programas de educación del Estado y otra cosa es el engaño de un pueblo aprovechándose del desconocimiento de sus habitantes de un tema específico. Con asombrosa ligereza, las autoridades de nuestro país han aceptado el generoso regalo de nada menos que un fabuloso estadio para 45 mil personas del Gobierno de China y con la misma ligereza, lo ubican en el lugar más cómodo, el Parque Metropolitano de La Sabana. No mediaron allí, el menor estudio de factibilidad para considerar diferentes opciones para su ubicación, dignas de este regalo y de mayor beneficio para el país, como el posible inicio de una ciudad olímpica ni la sentencia de muerte para el Parque La Sabana, el único pulmón de San José, ni los impactos urbanos que ya todos conocemos.
Peor aún, las mismas autoridades gubernamentales nunca buscaron asesoría imparcial y se han encargado de desvirtuar la realidad técnica dorándole la píldora a la afición con paliativos de sus propios asesores técnicos comprometidos, como estacionamiento de vehículos en la estación del Ferrocarril Eléctrico al Pacifico, trenes especiales, ciclovías, un estacionamiento para 500 vehículos en el ICE, además de la seguridad de que únicamente se celebraran allí eventos de noche, en días feriados o en fines de semana. Pero lo peor de todo esto es hacer creer a la afición nacional, mediante la prensa deportiva y otros medios a su alcance, que se le esta dando un golpe bajo al Estadio Nacional, la peor de las falacias, cuando en Costa Rica todos queremos el nuevo Estadio Nacional, pero también queremos a la ciudad y lo único que hemos hecho, desde que se anunció este proyecto, es exigirles a las autoridades correspondientes la debida responsabilidad en la ubicación de esta obra con todas las implicaciones que conlleva un proyecto de esta naturaleza, además de detener el engaño a la afición tergiversando el uso de los medios a su alcance, para salir del apuro, con todas las consecuencias que un error así conlleva.
Manuel Gutiérrez Rojas
Decano Facultad de Arquitectura UACA