Noticias preocupantes
| Martes 11 marzo, 2008
Noticias preocupantes
Con frecuencia leemos en los periódicos, escuchamos en la radio y vemos en la televisión, noticias que realmente son preocupantes. Llama poderosamente la atención que jueces, notarios públicos, registradores y funcionarios estatales, hombres y mujeres en quienes hemos depositado nuestra confianza, la aplicación de la justicia o la custodia de nuestros bienes materiales, sean cuestionados, arrestados y puestos bajo la lupa del Ministerio Público o a la orden de los tribunales.
Lo inquietante de todo esto, aparte de los delitos o las faltas que se les imputan, lo más doloroso para la sociedad en general es ver a quienes se acusa y se cuestiona. Es de suponer, que estas personas, por su perfil, deberían ser los ejemplos, los candiles y los elegidos para conducir y guiar al resto mayoritario de la sociedad, por caminos seguros y predecibles.
Sin duda alguna, algo terrible está sucediendo, nuestra sociedad ha entrado en una etapa en la que muchos de sus ancestrales y más preciados valores, se han depreciado y resquebrajado. En Costa Rica, como en cualquier otro país, siempre ha habido estamentos a los cuales nuestro conglomerado humano les ha asignado ciertas funciones claves, delicadas, de la mayor confianza para su buen y equilibrado funcionamiento.
Si bien es cierto que cualquier persona puede cometer un delito en alguna etapa de su vida, lo que estamos experimentando en estos tiempos es preocupante, principalmente por la frecuencia con que algunos profesionales, entre ellos abogados, jueces, registradores, administradores etc., personas supuestamente de bien, con formación académica y sin duda, con padres y madres nacidos en la tradicional familia, típica de la apacible y rural Costa Rica, se ven envueltos en redes criminales cuyo objeto es la búsqueda de la riqueza material a corto plazo y a cualquier precio.
Ante esta triste realidad, nos preguntamos entonces: ¿La familia, la escuela y la iglesia, están fallando acaso? O ¿el culpable es el bombardeo de imágenes que recibimos todos los días, a toda hora, el que nos induce de manera falsa, cuales zombis, hacia la búsqueda de caminos fraudulentos para ascender en el escalafón de nuestra actual sociedad consumista y globalizada, sociedad que nos instiga a actuar y presentarnos como “triunfadores” ante nuestros congéneres?
Es necesario hacer un alto en el camino y volver a las raíces, debemos volver la mirada a nuestras raíces judeo-cristianas, como hijos e hijas de antepasados pacifistas, campesinos, hombres y mujeres respetuosos del prójimo y de sus bienes. Debemos reformular los programas educativos en el sentido de educar al niño, al joven y futuro ciudadano en el respeto, en su sentido más amplio, hacia los demás y hacia sí mismo.
Esta labor es grande, es urgente y es de todos, de la familia, de la iglesia, de la sociedad como cuerpo y del Estado como ente rector y timonel, con las capacidades de legislación, de coerción y de arbitraje que los ciudadanos le hemos delegado. Tal vez así, en el mediano plazo, tengamos mejores noticias.
Johnny Sáurez Sandí
Abogado y notario
Con frecuencia leemos en los periódicos, escuchamos en la radio y vemos en la televisión, noticias que realmente son preocupantes. Llama poderosamente la atención que jueces, notarios públicos, registradores y funcionarios estatales, hombres y mujeres en quienes hemos depositado nuestra confianza, la aplicación de la justicia o la custodia de nuestros bienes materiales, sean cuestionados, arrestados y puestos bajo la lupa del Ministerio Público o a la orden de los tribunales.
Lo inquietante de todo esto, aparte de los delitos o las faltas que se les imputan, lo más doloroso para la sociedad en general es ver a quienes se acusa y se cuestiona. Es de suponer, que estas personas, por su perfil, deberían ser los ejemplos, los candiles y los elegidos para conducir y guiar al resto mayoritario de la sociedad, por caminos seguros y predecibles.
Sin duda alguna, algo terrible está sucediendo, nuestra sociedad ha entrado en una etapa en la que muchos de sus ancestrales y más preciados valores, se han depreciado y resquebrajado. En Costa Rica, como en cualquier otro país, siempre ha habido estamentos a los cuales nuestro conglomerado humano les ha asignado ciertas funciones claves, delicadas, de la mayor confianza para su buen y equilibrado funcionamiento.
Si bien es cierto que cualquier persona puede cometer un delito en alguna etapa de su vida, lo que estamos experimentando en estos tiempos es preocupante, principalmente por la frecuencia con que algunos profesionales, entre ellos abogados, jueces, registradores, administradores etc., personas supuestamente de bien, con formación académica y sin duda, con padres y madres nacidos en la tradicional familia, típica de la apacible y rural Costa Rica, se ven envueltos en redes criminales cuyo objeto es la búsqueda de la riqueza material a corto plazo y a cualquier precio.
Ante esta triste realidad, nos preguntamos entonces: ¿La familia, la escuela y la iglesia, están fallando acaso? O ¿el culpable es el bombardeo de imágenes que recibimos todos los días, a toda hora, el que nos induce de manera falsa, cuales zombis, hacia la búsqueda de caminos fraudulentos para ascender en el escalafón de nuestra actual sociedad consumista y globalizada, sociedad que nos instiga a actuar y presentarnos como “triunfadores” ante nuestros congéneres?
Es necesario hacer un alto en el camino y volver a las raíces, debemos volver la mirada a nuestras raíces judeo-cristianas, como hijos e hijas de antepasados pacifistas, campesinos, hombres y mujeres respetuosos del prójimo y de sus bienes. Debemos reformular los programas educativos en el sentido de educar al niño, al joven y futuro ciudadano en el respeto, en su sentido más amplio, hacia los demás y hacia sí mismo.
Esta labor es grande, es urgente y es de todos, de la familia, de la iglesia, de la sociedad como cuerpo y del Estado como ente rector y timonel, con las capacidades de legislación, de coerción y de arbitraje que los ciudadanos le hemos delegado. Tal vez así, en el mediano plazo, tengamos mejores noticias.
Johnny Sáurez Sandí
Abogado y notario