Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 15 octubre, 2012
Los dirigentes de la Federación Costarricense de Fútbol y los miembros de la Comisión de Selecciones Nacionales, deben mantener la cabeza fría y no sucumbir a los cantos de sirena que al calor de los acontecimientos piden la cabeza de Jorge Luis Pinto.
No vamos a enterrarnos con el técnico de la Selección Nacional, pero sí vamos a defenderlo desde esta modesta trinchera con argumentos tácticos que son los que por ahora interesan.
Antes del juego en El Salvador, escribimos notas en las que clamamos por ver en el Estadio Cuscatlán a una Tricolor solvente, alegre, avasalladora, que jugara a ganar y a ganar, como única forma —y lo dijimos indirectamente—, de que al señor Pinto no le cortaran la cabeza.
Dimos a entender, que si el entrenador de Costa Rica no le daba otra cara al equipo, se estaría de hecho guillotinando solito.
Llegó el juego en el Cuscatlán y entonces lo sucedido con la formación de Costa Rica y su trabajo en la cancha, es lo que obliga a reflexionar y a tomar decisiones en frío y no sucumbir a argumentaciones de los detractores de Pinto, viejas y añejas, que nada tuvieron que ver con este compromiso específico.
Este triunfo vital contra El Salvador, no lo vamos a convertir en discurso demagógico de defensa a ultranza del estratega, pero desde la alineación del equipo, siguiendo su trabajo táctico en el infierno azul y finalmente la consecución de la trascendental victoria, obligan a hablar y escribir en serio y no dejarse llevar por pasiones anti Pinto tan arraigadas en nuestro entorno futbolístico.
Desde el instante en que Pinto, fanático como pocos de la línea de cuatro, decide romperla y jugar con tres centrales y dos carrileros, nos envía una señal distinta. Lo que cabía era esperar para mirar el papel de Gamboa y de Oviedo. Mirar y ANALIZAR si tenían orden de quedarse atrás o de pasar a territorio enemigo. Los dos, pisaron terreno enemigo.
Pinto puso dos volantes de marca: Tejeda y Cubero, pero solo uno, el primero se dedicó a marcar y fue la sombra de Quintanilla. Cubero fue un hombre más de ataque que de defensa. Metió el gol y minutos después casi abomba el segundo. Además, entre Oviedo y Cubero desaparecieron a Misael Romero el motor salvadoreño que no tocó un balón con peligro. Igual fue anulado el internacional Jaime Alas.
Si Navas no tocó bola, señores, fue por el plan estratégico de Pinto. Sigo mañana.
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