Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 30 mayo, 2012
El éxito de Daniel Casas como director técnico del Deportivo Saprissa dependerá mucho de un asunto ajeno a sus capacidades, laboriosidad y conocimientos, que por sus atestados en el fútbol costarricense no están en juego.
Como técnico de fútbol, Daniel no tiene que demostrarle nada a nadie.
Entonces, su éxito va a depender de la lealtad de su nómina, una fidelidad que resulta ocasional cuando llega al Saprissa como entrenador, un estratega que no es del riñón de la institución.
Badú fue una víctima de esa deslealtad tan común en las filas moradas, cuando llega un entrenador que “viene de afuera”.
Por más que se diga, no es lo mismo que Horizonte Morado hubiese seleccionado a Ronald González, a Hernán Medford e incluso a Mauricio Wright como técnico, que a Daniel Casas.
A lo interno de la nómina hay un abismo de diferencia, sobre todo con los veteranos de entraña morada, que para suerte de Casas, hoy se cuentan con los dedos de la mano en la planilla de Tibás.
Si Daniel logra desde el primer entrenamiento convertirse en atracción para los líderes del equipo, específicamente los porteros, Bolívar y Grant, Gabriel Badilla y Douglas Sequeira, aparte de otro grupo más numeroso de futbolistas jóvenes, pero que suman de cuatro a seis torneos cortos con la institución, casos de Duarte, Mena, Robinson, Guzmán, Tejeda y otros, el timonel uruguayo se puede amarrar al éxito.
De lo contrario, le será muy complicada la ruta.
Conozco a Daniel Casas y a su familia desde hace muchos años; se de su formación y carácter; de sus anhelos, ambiciones y esperanzas.
Se lo que lo ilusionaba dirigir a uno de los grandes y ahora le ha llegado su turno y quizá, con el más grande.
A Casas jamás se lo va a tragar la presión, pero lo puede liquidar la deslealtad del entorno y perdonen que sea tan reiterativo en el término, pero es que considero a los jugadores del Saprissa de toda su brillante historia, como los más difíciles y complicados para entrar en comunión con entrenadores que como futbolistas, nunca jugaron en sus filas y como técnicos, no son de la cantera.
Daniel Casas tiene carácter para imponer respeto en el grupo desde la primera hora de práctica y es inteligente para visualizar desatenciones y focalizar zonas de conflicto. La dirigencia le está armando un equipo de primera línea, de manera que si se produce la química idónea entre técnico y jugadores, el Saprissa se puede perder de vista.
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