Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 23 febrero, 2012
Manny Ramírez es sin duda un “bicho” raro.
Lo conocí por la televisión cuando formó parte de aquel equipazo de los Indios de Cleveland de la década 1990-2000, defendiendo el jardín derecho junto a otras siete estrellas como Sandy Alomar (receptor), Jim Thome, inicialista; Roberto Alomar, segunda; Omar Vízquel, short; Travis Fryman, antesalista; Albert Bell y Kenny Lofton, jardineros.
Este equipo dominó la División Central de la Liga Americana y fue a dos series mundiales, perdidas ante Bravos y Marlins respectivamente. El dueño de la “Tribu”, que gastó millones de dólares para construir una novena que ganara la Serie Mundial, se desinfló y desmanteló al equipo.
Manny Ramírez pasó a los Medias Rojas de Boston donde formó una mancuerna de terror con David “Papi” Ortiz, que llevó a Boston a terminar la maldición del Bambino y ganar finalmente la Serie Mundial de 2004.
Como la mayoría de las grandes estrellas, Manny era una máquina de meter jonrones y producir carreras, pero eran constantes sus roces con los dirigentes y “managers”, pues no era muy fiebre a los entrenamientos y gustaba de la vida loca.
Boston lo traspasó a los Dodgers de Los Angeles y el coliseo angelino se llenaba cada noche como locales, solo para ver al hombre de los rizos y el bate poderoso.
Finalmente le cayó al dominicano la desgracia; controles de dopaje confirmaron que abusaba de sustancias prohibidas, tuvo un fugaz paso por los Rays de Tampa donde solo jugó cinco juegos y luego lo suspendieron por 100 partidos.
Eso lo retiró del béisbol profesional y no tuvo acción la temporada pasada.
Cuando todo indicaba que Manny se había “jalado” del deporte rey, seguramente la falta de billete en su cartera, aunque él diga que es otra cosa, le picó el gusanillo de retornar a la Gran Carpa y pidió permiso a Grandes Ligas —que le fue concedido—, de volver a jugar.
A sus 39 años de edad, Ramírez fue firmado por los Atléticos de Oakland con un salario de $550 mil y se presentará mañana viernes a los campos de entrenamiento. Se espera que reaparezca a principios de junio, una vez que cumpla con los 50 juegos que le faltan cumplir de la suspensión.
Ramírez tiene 555 jonrones en una carrera de 19 años en Grandes Ligas.
“Solamente regreso porque siempre me ha gustado el béisbol, desde muchachito, y tengo pasión por el deporte y sé qué puedo jugar”, agregó.
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