Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 07 enero, 2012
Si existe un puesto ingrato en un equipo de fútbol es el del portero.
Bien lo explicó una de sus últimas víctimas, el joven portero del Cartaginés, Luis Torres, crucificado por la prensa deportiva, la afición brumosa y hasta su propio entrenador, cuando soltó el tiro de esquina de Cordero y permitió el gol de cabeza de Olman Vargas en su nariz, que puso a los brumosos contra las cuerdas en la serie semifinal ante Herediano.
Torres, como la mayoría de sus colegas en todo el mundo, salvó al Cartaginés de varias derrotas en otros juegos anteriores, pero bastó este yerro para que incluso, la dirigencia del club apurara el fichaje de un portero de mayor experiencia y ahora va Wardy Alfaro a pararse como titular en el marco azul.
La temporada que arranca el próximo fin de semana nos presentará el ingrato panorama de tener que mirar, probablemente, a otros dos jóvenes porteros en reposo y mirando los toros desde la barrera: Alfonso Quesada y Leonel Moreira, suplentes de Patrick Pemberton y Daniel Cambronero respectivamente en Alajuelense y Herediano.
Tiene que resultar frustrante para dos porteros de grandes condiciones el tener que entrenar durísimo y uniformarse para cumplir con una temporada en la que perfectamente, pueden pasar los 20 o 26 partidos sentados, sin jugar un minuto, detalle que es difícil se dé en las otras posiciones del equipo.
Pesa mucho también el respeto y el trato que cada club ofrece a sus jugadores, porque perfectamente, Moreira o Quesada pudieron buscar la estelaridad y titularidad en otros clubes que no sean Herediano y la Liga, pero en la mayoría de ellos, no están asegurados el ingreso mensual, los premios, los viajes al exterior, la seguridad laboral, de manera que en este caso específico vale más pájaro en mano que cien volando y es mejor ser cola de león, que cabeza de ratón.
A manera de consuelo, tanto Quesada, como Moreira y tantos y tantos porteros en todo el planeta el mismo Keylor Navas en el Levante, tienen el ejemplo de José Francisco Porras, banca eterna en el Saprissa, sepultado por la estelaridad de Erick Lonnis, hasta que, con paciencia franciscana, esperó su oportunidad, esta le llegó y Porritas se convirtió en figura de los morados, de la Selección Nacional y fue titular mundialista.
Entonces, queridos guardametas, hay que armarse de paciencia.
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