Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 04 noviembre, 2010
Tenemos todas las intenciones de acompañar con nuestras opiniones el recorrido de Ricardo La Volpe como técnico de la Selección Nacional y desde luego, apoyarlo en la ruta.
Se está dando un excelente entorno en el inicio del trabajo del rígido entrenador y hay aplausos públicos por sus primeras enseñanzas. La columna “En Vela” de ayer, de don Julio Rodríguez, retrata perfectamente el cálido ambiente y lo positivo de este arranque.
Desde luego, no todo lo que se diseña en las primeras horas de trabajo es nuevo o exclusivo del estratega argentino. Me parece que siempre serán mayoría los técnicos que ordenan repetir jugadas y acciones mal ejecutadas por los alumnos; en esto, como si fuese novedad de don Ricardo, la prensa deportiva peca de amistosa en el respaldo. Nos ha aburrido un poco el ejemplo que dio La Volpe, repetido en muchos medios, cuando su maestro lo obligó a escribir una palabra mil veces, hasta que la pusiera bien.
Este detalle no es para darle la vuelta al mundo, pero aquí se ha magnificado.
Sí nos parece relevante que el nuevo timonel desde su primera práctica, trabaje sobre los fundamentos del juego del fútbol, tan mal aplicados por el 99,9% de los futbolistas costarricenses. Tendrá que trabajar horas extras para enseñarles a los seleccionados, sobre todo, jugar sin balón y apurar el ritmo de las acciones.
A la distancia, digo yo, el técnico enamorado del trabajo táctico como La Volpe, es poco imaginativo y el fútbol nacional urge de imaginación. No suman cinco los futbolistas fantasiosos en el campeonato nacional, tipo Alonso Solís.
En este aspecto, es mejor que los seleccionados sigan escribiendo Heredia sin “H”, pero que se destapen jugando al fútbol con velocidad, vértigo, buenos desplazamientos y acompañamiento.
Don Ricardo y Jafet deben implementar desde ya, un sistema de multas a los jugadores que hacen pases para atrás y finjan lesiones, dos tumores letales de nuestro balompié artesanal. Prohibidos los piscinazos, reclamos, manos alzadas pidiendo fueras de juego inexistentes y los contraataques al revés.
Cada contragolpe de Costa Rica, que termina en las manos del portero nacional, debería hacer cimbrar los bigotes de don Ricardo, para que se saque la faja y reparta nalgadas entre los responsables. Vértigo y fantasía; si La Volpe las descubre en sus grupos, habremos avanzado centenares de metros.
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