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NOTA DE TANO


Nota de Tano

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 15 septiembre, 2010

Gaetano Pandolfo

Un empresario puede hacer con su dinero lo que le plazca; tiene derecho a invertir en la compra de jirafas o en la de futbolistas; si compra a un club completo, tiene derecho a botar a quien le de la regalada gana como dueño de la finca.

Quien paga la música, manda en el baile.

Pero, lo que nunca debe olvidar ese empresario, es que a un grupo de cebras las puede llevar de aquí para allá y vendérselas al Parque Bolívar o a los fabulosos zoológicos de San Diego, pero a los seres humanos, debe respetarlos.

Orlando de León no es un animal; es un ser humano y debió ser tratado como tal; los remiendos que se cosieron ayer, no borran los deplorables sucesos que se conocieron el día anterior.

El entorno del fútbol costarricense se está ensuciando desde que los empresarios metieron dinero en su organización; ha habido inversión limpia e inversión sucia y esta última, precisamente es la que no cumple con los contratos que firma el empresario dueño del club con sus empleados, en este caso, los futbolistas.

Hay un dicho que dice que el que se mete a jugar tiene que aguantar, de manera que el magnate, de ficción o verdadero que se mete a jugar de empresario del fútbol, debe aguantar los embates de los malos resultados, de las crisis y demás agüaceros, pero, está obligado a cumplir las obligaciones contractuales con sus obreros.

Lo sucedido con Liberia Mía no es un buen ejemplo de gestión; la relación laboral entre patrono y empleado se fue a pique y las demandas de los obreros hacia el gamonal inundan los tribunales de justicia del país.

Entonces, que el principal responsable de ese caos financiero y futbolístico, se mueva varios kilómetros para meter mano en otro club en el que igual hizo inversiones bajo la firma de otro familiar, no es sano para el fútbol costarricense y que le de trato de jirafa a un símbolo del Herediano como lo es don Orlando de León, solo puede causar repudio y rechazo.

Cuando botaron a De León se dio un abuso de su honorabilidad, integridad y sentimientos. Fue un golpe bajo a los colores rojo y amarillo y por favor, qué no sean las lágrimas vertidas por este ser humano excepcional, las que llamaron a la rectificación, porque esto no es un asunto de llanto; es un asunto de fútbol.


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