Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 12 julio, 2010
¡España campeón del Mundo!
Las quinielas dieron en el blanco.
Los apostadores hicieron fiesta.
Los analistas tenían razón.
Hasta el payaso de Paúl la pegó.
Honor a quien honor merece y premio al mejor fútbol del mundo, por mucho y desde hace rato.
Guardando las proporciones y respetando etapas y momentos, esta España se nos asemeja muchísimo al Deportivo Saprissa, que en el fútbol costarricense maravilló a los aficionados entre 1949 y 1960 ganándolo todo con un fútbol exquisito, conducido en el terreno de juego por futbolistas dotados de una técnica sobrenatural.
Ningún fútbol del mundo; ninguna selección del mundo, cuenta en su formación con dos futbolistas con la técnica, la movilidad, los pulmones y la inteligencia de Xavi Hernández y Andrés Iniesta.
Este par de enanos son capaces de romper la roca más fuerte, de gota en gota, de subida en subida, de llegar y llegar. Sobre ellos dos gira una Selección Nacional que se llama “La Furia Roja”, pero eso de furia lo aportan quizá Sergio Ramos, Carles Puyol y Xabi Alonso, porque el resto del zacate se inunda, más que de furia, de clase; de calidad.
¡Bueno!
He aquí el gran detalle.
Combinadas furia y clase da química perfecta.
¿Recuerdan la canción de Yury y Luis Enrique?
El tropiezo inicial ante Suiza estremeció al planeta y se escribió en los diarios del orbe la interrogante:
¿Otra vez España haría la trastada de marcharse temprano siendo favorita?
Por dicha no fue así; por suerte que no fue así, porque el mundo futbolero se hubiera privado de mirar y aplaudir durante seis partidos más, las atrapadas de Iker: los goles de Villa, las recuperaciones de Busquets que las hace por decenas; el vértigo de los jóvenes Pedro y Jesús, la clase de Piqué, la sobriedad de Capdevila e incluso, el peor momento de Torres.
¡España campeona!
Aplaudamos también con furia al bigotón; a aquel glorioso delantero del Real Madrid de los años 60, compañero de Alfredo Di Stéfano, porque el estratega que recompuso el barco, tapó los huecos y reinventó el libreto después de caer ante Suiza, es el mentor de este éxito: Vicente Del Bosque, el típico “españolete”, bonachón, sarcástico, humilde, sereno, repleto en su interior de paz y sabiduría, esto que vale y que no tienen ni suman, muchos de sus colegas.
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