Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 08 junio, 2010
Continuamos con nuestro comentario de ayer .
Decíamos que la Selección Nacional de Ronald González repitió en Europa la misma historia de Italia 90; si lo vemos matemáticamente, tres cuartos de historia bonita y un cuarto final decepcionante.
Los discípulos de Bora Milutinovic derrotaron a Escocia, perdieron con Brasil, le ganaron a Suecia y se regresaron mentalmente a casa. A Bari fueron a poner el físico ante la ahora República Checa, pero mentalmente el equipo ya estaba en Paso Ancho.
Hoy se repite la historia; derrota decorosa ante Francia; victoria relevante, por su significado frente a Suiza y todos, en su mente, regresaron a Alajuelita.
Físicamente se pararon ante Eslovaquia, pero mentalmente, la tricolor de Ronald ya había regresado a casa.
Y si no, repasemos el par de anotaciones de los eslovacos, las primeras.
¿Por qué Keylor Navas no le grita y le ordena a Michael Barrantes que vaya a tapar el tiro de esquina?
¿Por qué el equipo empieza a jugar el segundo tiempo a partir del minuto 50 y no del 46, y encaja el 2-0?
Incluso, ¿por qué Chalito Segares comete una falta de penal que por la posición del atacante podía resultar innecesaria?
Estamos señalando meros y puros errores mentales.
Queda la impresión, como lo apuntamos ayer, que los futbolistas de elite de Costa Rica, y lo de elite lo apuntamos por ser seleccionados nacionales y no por ser superdotados, carecen de ambición para atrapar más de lo que no estaba presupuestado, palabra mágica de Alexandre Guimaraes.
En el papel, Costa Rica debía perder los tres partidos en Europa, pero, como se le jugó bien a Francia y todavía, se le gana a Suiza, los seleccionados mentalmente cerraron su equipaje y retornaron a casa.
¡Misión cumplida!, gritaron a coro y olvidaron adrede que faltaba un partido.
El deportista tico es así en su mayoría; vale que cada día salen nuevas y brillantes excepciones (ese oro de Nery Brenes en el Iberoamericano y el Giro de Andrey Amador lo confirman), pero normalmente imperan el conformismo y las metas cortas.
Para ganar, para alcanzar la cima, la gloria, el éxito hay que sacrificarse y poner en cada minuto de acción, lo que Marcelo Lippi le aplaudió a Francesca Schiavone para ganar Roland Garros:
Lucha, pasión, clase y corazón.
Absolutamente nada de esto vimos ante Eslovaquia.
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