Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 29 marzo, 2010
Mi admirado Osvaldo.
¡Que duele, duele, hermano!
Te negaron un reconocimiento, un honor, no un puesto.
Vos nunca has trabajado por puestos; has trabajado y te has entregado por pasión. Un hecho honesto, te condena: sos funcionario responsable. No político.
El gobierno anterior dejó instalado un nido de víboras en tu mesa de trabajo; costó sangre fumigarlas.
Luego el trabajo heroico y monumental de extirpar el tumor terminal, que minaba día a día el movimiento olímpico nacional. Lideraste tarea titánica para lograrlo.
El Gobierno te cede la gigantesca responsabilidad de coordinar con China la construcción del nuevo Estadio Nacional. Te rodeas de un grupo de profesionales de primer nivel y se pone a caminar la obra más trascendente y monumental desde que se construyó el Teatro Nacional cuando el país era una aldea.
Ahí, en ese pedazo de tierra; entre barro, varilla y cemento ofrendaste salud y cuerpo; solo tu familia de sangre sabe internamente lo que entregaste por tu inmenso amor al deporte.
Juegos Nacionales, Patinódromo, becas y seguimiento a deportistas de alto rendimiento; relación diaria, ininterrumpida, abierta con la prensa deportiva, presente en todas las actividades deportivas, en las buenas y en las malas, dando la cara, aceptando la crítica constructiva rectificando, trabajando, trabajando, trabajando.
Un deportista genuino, un atleta de alto rendimiento, un Inmortal del Deporte costarricense, al frente del deporte del país, solamente podía conducir al éxito. Asesorado siempre por un grupo de elite, Osvaldo lideró una revolución que movió el deporte nacional en una faena reconocida por el público, pero desechada ahora por la nueva estructura oficial.
Te quisieron mantener en la segunda fila; pretendían que el día en que se inaugure el Estadio Nacional, te sentaras en la fila de atrás, a la espalda de los que no hicieron nada y ahora reciben premios y honores que no merecen.
Por principio regresas a casa; sales con la frente en alto; con el agradecimiento de un país que se ha volcado en tu apoyo, repudiando el gigantesco paso en falso del nuevo oficialismo.
Gracias por tu valor de no aceptar migajas, tu obra, levantada con los tuyos, solo merece reconocimientos.
Te arrebataron un honor que merecías: ser el Primer Ministro de Deportes de Costa Rica.
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