Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 03 febrero, 2016
Ese lujo que se da el Deportivo Saprissa de congelar a dos de sus principales figuras como Juan Bustos Golobio y Deyver Vega y separarlos del primer equipo hasta nuevo aviso, es posible únicamente por la mediocridad como se juega el campeonato nacional.
Si se jugara un campeonato de verdad, justo y honesto, a dos vueltas todos contra todos como en el fútbol del primer mundo, Paulo César Wanchope, autor de la criatura no se daría estos adornos.
Bien lo dijo públicamente su tío y técnico del Saprissa, Carlos Watson, después de la derrota contra Herediano: “lo que me interesa es clasificar”. Desde luego que tiene toda la razón el entrenador morado, sobre todo después de la rica y exitosa experiencia del Invierno anterior. Tras una etapa clasificatoria irregular y el fracaso en la Liga de Campeones, que les costó el puesto a Jeaustin Campos y Douglas Sequeira, el Saprissa se jugó dos partidazos en Tibás en los juegos de ida de semifinales y final y eso le bastó para liquidar a sus acérrimos enemigos, Herediano y Alajuelense respectivamente.
Con esa experiencia en su equipaje, claro que el Saprissa puede, no solo soltar y vender a figuras estelares de su equipo monarca, como Ariel Rodríguez y Cristian Bolaños, sino que puede prescindir por tiempo indefinido de otras piezas vitales de su engranaje como Vega y Golobio, incluso en el momento en que otros titulares como David Ramírez y Daniel Colindres prestan servicios en la Selección Nacional.
Estos detalles que no son exclusivos del campeón nacional, hunden y desnudan lo inapropiado de la planificación de nuestro campeonato. Los aficionados se ahuyentan de las gradas porque cada vez son más los que ya entendieron que el título se disputa en la semifinal y que toda la primera fase es simple rutina. Es desproporcionado el poderío de las nóminas de los grandes con la de los pequeños y solo un terremoto impide que Saprissa, Herediano y la Liga se clasifiquen.
Si en un campeonato corto a dos vueltas, el señor Wanchope o el Saprissa se dan estos lujos de congelar a dos de sus estrellas, pueden perder tres partidos y se les va el título. Pero, con 22 juegos disponibles, nóminas desproporcionadas en calidad y cuatro espacios para seguir con vida, los tres grandes pueden congelar un equipo completo, que no va a pasar nada.
El campeonatito de bola criollo huele a muerto.
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