Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 01 septiembre, 2015
¡Qué lección de vida dejó la muerte de Orlando de León!
Solo para citar a mi gremio, grandes plumas deportivas como Amado Hidalgo, Roberto García, Danilo Jiménez, Antonio Alfaro, Eduardo Baldares y una inmensa mayoría en sus páginas informáticas y redes sociales, se expresaron maravillosamente de este ojo de tigre que apagó anticipadamente su pasión.
Pero... ¿por qué mueren colegas de don Orlando y no brotan las plumas a lamentarlo?
Simplemente porque no se ganan el afecto y el aprecio de la prensa deportiva; porque no reconocen yerros profesionales y lo más relevante, porque sus vidas privadas no son ejemplo para nadie.
Don Orlando nunca dijo no a una entrevista; el teléfono de su residencia y su número de celular jamás se apagó; la prensa deportiva costarricense se nutrió de sus conocimientos, pero también de su tolerancia y bondad.
De León fue fuente primaria de páginas deportivas, programas de radio y comentarios en televisión.
Otros de su gremio no responden o evaden el llamado de la prensa; les incomoda el cuarto poder y vuelven el rostro para un costado si de su vida privada se debe comentar algo.
Escribo esto porque me llama la atención el clima de paz que inunda el entorno del fútbol costarricense, a muy pocos días de que la Selección Nacional se va a enfrentar al seleccionado más admirado y querido del planeta: Brasil.
La escogencia de Óscar Ramírez como técnico de Costa Rica apagó un incendio que provocó, no el comportamiento ni la vida privada de Paulo César Wanchope, ejemplar en los dos ámbitos, sino su polémica personalidad. Separo lo acontecido en el estadio panameño porque siempre lo consideré meramente circunstancial y jamás razón de despido para el entonces entrenador. Su elegancia, valores y su cultura lo hicieron hacerse a un lado.
Y llega el Machillo y en su segunda conferencia de prensa cuando le preguntan sobre Brasil, responde que “ese muchacho Dunga ha formado muy buen equipo” y todos sonreímos con estas expresiones de un belemita de cepa que aborrece micrófonos, cámaras y demás yerbas que cargamos los comunicadores.
¡El muchacho Dunga!
Es como decir “el muchacho Del Bosque”, o el “muchacho Capello” y entonces, los ticos sentimos y palpamos que al frente de la Tricolor hay un hombre con mucho de Orlando de León y esto trae equilibrio al ambiente. Desde esta arista no precisamente futbolística empezamos ganando.
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