Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 14 julio, 2015
La Federación de Fútbol y su Comisión de Selecciones Nacionales, cometió un error al nombrar a Paulo César Wanchope como técnico de la Selección Nacional, después de la denuncia que hizo Jorge Luis Pinto, aunque fuera absolutamente falsa.
Cuando Luis Gabelo Conejo dijo a la prensa que el éxito en Brasil se debió un 95% a los jugadores, hizo público que dentro de la delegación nacional se habían conformado dos grupos.
Pinto aislado y solo, y los demás.
Entregarle a Wanchope el timón de la Tricolor, era dárselo a los demás, un grupo liderado por Keylor Navas, Celso Borges y Bryan Ruiz, nada más y nada menos que los líderes del equipo dentro y fuera de la cancha. Por ahí pululan también los arrimados y los acomodados y desde luego que se incorporan algunas caras nuevas en la nómina del equipo que por lógica, jamás se pondrán en contra del timonel.
Si ustedes analizan los discursos de TODOS los integrantes de la Selección, después de sus pésimas presentaciones en Copa Oro, tienen un denominador común: “aquí todos estamos unidos, aquí no ha pasado nada y en el próximo partido nos vamos a recuperar”. Prevalece la unión de grupo y la lealtad al cuerpo técnico, algo muy noble si no se conociera el antecedente de Brasil.
Chope trabaja con sus cuates y sus cuates trabajan con Chope; no existe ningún elemento distorsionador (Pinto).
La interrogante nace en conocer si es conveniente ese ambiente de luna de miel a la hora de establecer jerarquías, dar órdenes y alzar la voz cuando se requiere.
No dudamos del don de mando de Wanchope, pero sí dudamos y bastante que pueda imponer entre sus amigos, más que jugadores, la férrea disciplina táctica de su antecesor.
Después de la nefasta conferencia en la que Pinto sacó tantos trapos sucios, traicionando un pacto de silencio que firmó verbalmente con Eduardo Li, la lógica dictaba romper de tajo con todo el cuerpo técnico de turno, no importa si lo que dijo el colombiano eran mentiras.
Indirectamente, la Federación de Fútbol le entregó, no a Paulo César Wanchope, sino al grupo de jugadores que se rebeló en Brasil contra el técnico, rebelión que estalló en Costa Rica, el mando del seleccionado y esto a niveles futbolísticos será de fatales consecuencias. El descalabro apenas arranca y se va a producir (y espero que me entiendan) aunque se triunfe en la Copa Oro.
Porque es un tema de fondo, más que de resultados.
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