Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 17 abril, 2015
Leí con sumo interés la serie de publicaciones del Diario Extra, escritas por el colega Róger Murillo, sobre la penosa situación actual del deporte costarricense. Excelentes los reportajes.
Me voy a enfocar en un tema central que retrata al resto: me refiero al prematuro retiro de la patinadora Susan Piedra en el apogeo de su carrera y trayectoria, suceso que se combina con el abandono en que se encuentra hoy una joya que se construyó en La Sabana y que fue el patinódromo.
¿Qué sucedió a nivel oficial en el deporte costarricense para que en cinco años se fueran a pique las proyecciones que estaban plasmadas en el deporte competitivo e infraestructura?
¿Qué seguimiento se les dio a los atletas de alto rendimiento, la mayoría becados y con ayudas económicas importantes antes de que entraran en funciones las nuevas autoridades deportivas en mayo 2010? Es más... ¿qué sucedió en el deporte nacional en mayo de 2010?
Esta fecha marca la decapitación de un grupo interdisciplinario de dirigentes deportivos que trabajaron honesta y responsablemente por darle al deporte costarricense otra ruta (los invito a que pregunten a los atletas de alto rendimiento cómo estaba la organización del deporte costarricense en esa época, comparada con la de hoy), derrumbe reflejado en el fracaso del ciclo olímpico, apenas disfrazado con la organización de los Juegos Centroamericanos en nuestro país, evento teñido de política electoral que convenía a un candidato a la presidencia que luego abandonó la brega.
Se habla de que los dos últimos gobiernos aumentaron el presupuesto al deporte costarricense y es cierto.
Lamentablemente, desde mayo de 2010, al ser nombrados en los más altos puestos de gobierno en el sector deportivo, a personas de poca capacidad y ajenas a la administración y ejecutividad de la acción deportiva, se ha desaprovechado la inyección económica que le entró al deporte criollo, al punto de que se produce una deserción de atletas de élite, frustrados por el curso actual de la actividad deportiva.
Le tengo gran estima a Henry Núñez, presidente del Comité Olímpico Nacional, sucesor del eterno Jorge Nery Carvajal en una de las sillas más apetecidas de la dirigencia nacional.
Don Henry rápido se nos convirtió en el Joseph Blatter criollo y se aferró a una ubre que en lugar de leche da lujos y comodidades difíciles de rechazar, un cargo donde la diplomacia es primordial.
Incapaz de enfrentarse, polemizar y reclamar por las pésimas decisiones de los gobiernos de turno en la selección de sus autoridades deportivas casi que a todo nivel, don Henry se nos transforma en un excelente ministro de Relaciones Exteriores que utiliza su diplomacia para quedar bien con todo el mundo.
Sin carácter ni personalidad para denunciar las barbaridades sobre todo políticas que se dan en la conducción del deporte costarricense, que nos llevaron al rotundo fracaso reciente en Veracruz y al retiro frustrante y anticipado de atletas que como Susan Piedra, prefirió colgar los patines que ser cómplice de tanta ineptitud que se transmite diariamente en las altas esferas del deporte nacional.
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