Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 09 marzo, 2015
Serena Williams, la reina negra del deporte blanco, la niña pobre que nació en Michigan y a los cuatro años de la mano de su hermana mayor, Venus, se atrevió tímidamente a visitar los rectángulos de las canchas públicas en Compton, California.
Su padre Richard, astuto para los negocios, notó rápidamente las cualidades de sus retoños, la menor, más chispa que la mayor, tanto que antes de cumplir diez primaveras, ya tenía en el bolsillo 46 títulos de 49 competencias terminadas.
Papá Richard convenció a un empresario de ropa de que en sus hijas caminaba una mina de oro, logró un patrocinio y alejó a sus pequeñas de los odios racistas de las canchas públicas para viajar y prepararse en un nivel más alto.
Venus y Serena entraron a la Academia de Rick Micci, profesor de talentos como Jennifer Capriati y Mary Pierce en West Palm Beach, Florida y a los 14 años Serena se convierte en tenista profesional. Por razones de edad no puede competir en los torneos de la WTA, pero se mete al circuito en 1997 y en el Abierto de Chicago derrota a Mónica Seles y a Pierce, pierde la final con Lindsay Davenport y salta en el ranking del puesto 453 al 304.
Al año siguiente juega su primer Grand Slam en Australia y pierde en segunda ronda precisamente con Venus, pero asciende al puesto 99 del planeta.
En 1999 llega la temprana consagración; con 17 años gana París, Indian Wells, Manhattan Beach, la Copa Grand Slam y el U.S. Open, su primer Grande. Ya es cuatro del mundo.
Arriba a la cima en 2002, el mejor año de su carrera; 57 semanas como número uno y casi que hasta la fecha.
Tenista de golpes feroces y gritos hondos, por dentro es una niña que se asusta cuando le gritan sandeces. Dentro de muy pocos días regresa a Indian Wells, un torneo que tenía boicoteado por los insultos que recibió en 2001 después de derrotar a Kim Clijster en la final. Resulta que en la semifinal, Venus no se presentó ante Serena por una lesión y el público la cargó de insultos racistas a la hora de la premiación.
Antes de volver a Indian Wells, dijo Serena: “a lo largo de toda mi carrera la honradez lo fue todo para mí. También lo es todo y más para Venus.
Las falsas acusaciones de que nuestros partidos estaban arreglados dolieron y nos desgarraron profundamente por dentro. El trasfondo de racismo fue doloroso, confuso e injusto”, declaró Serena.
“En un deporte que amo con todo mi corazón, en uno de mis torneos favoritos, de repente me sentí molesta, sola y asustada. Fue un momento crucial en mi carrera”.
Y agregó: “pero también soy parte de la historia del torneo y juntos tenemos la oportunidad de escribir un final diferente”, concluyó la ganadora de 19 títulos de Grand Slam.
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