Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 04 junio, 2014
No se trata de ser negativo; se trata de ser realista.
Japón no es ni por asomo una potencia mundial en fútbol; se le puede calificar como un fútbol de tercer mundo, debajo del de las grandes ligas europeas, Brasil y luego el bloque suramericano.
¡Y nos aplastó!
¿Entonces?
Repasen y deténganse un ratito y analicen futbolísticamente la fotografía que publicó ayer La Nación en su primera página, que fue el segundo gol de los nipones.
Pareciera que está al revés.
Shingi Kagawa fusila a Keylor Navas, acompañado por dos jugadores más y luce solitario y rebasado el defensor costarricense, Cristian Gamboa.
La lógica indica que si un jugador mete un gol en el área chica, habrá más defensores del equipo rival, que compañeros suyos en ataque.
Esta acción refleja lo que fue el partido y retrata la diferencia abismal, repito, abismal entre el fútbol del primer mundo, del segundo, del tercero y el de Concacaf.
Y en Brasil, a Costa Rica le tocará enfrentar a dos rivales de primer mundo y a otro de segundo nivel. Cotejar la realidad y escribir con la verdad no significa ser traidor a la Patria, mi querido Carlos Conejo.
Y la culpa no es de Pinto, ni de Guima, ni de Medford, ni de Núñez; es que el fútbol costarricense, retratado en su campeonato es de escaso nivel, pero está superinflado por obra y gracia de esa industria multimillonaria que es el fútbol y de una maquinaria criolla que se nutre económicamente hablando bellezas donde todo es gris.
En el universo fútbol, el fútbol de Japón está catalogado como inferior al de Uruguay, Italia e Inglaterra, nuestros rivales de grupo. Pues bien, ese fútbol de Japón nos pasó por encima, nos aplastó, ridiculizó y sobre todo nos dio una lección de lo que es fútbol asociado y colectivo.
En la foto del segundo gol de Japón hay tres japoneses y un defensa nacional y eso se dio en todo el partido. Japón atacaba en bloque, siempre iban juntos dos o tres jugadores contra un defensor costarricense. Los asiáticos semejaban moscas sobre un trozo de miel. Salían por todas partes, se acompañaban, una palabra clave en los fundamentos básicos del juego del fútbol, de la que la Selección Nacional carece.
Costa Rica juega con Campbell por allá solo; con Junior por el otro lado solo; los mediocampistas no se juntan, no atacamos en bloque; llegamos al área rival con desventaja numérica y todo esto suma para la debacle.
Oren por una sorpresa que en fútbol existen, pero el panorama es nefasto.
gpandolfo@larepublica.net
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