Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 10 mayo, 2014
Si usted tiene la paciencia a pocas horas de que de inicie el partido final del Verano entre Saprissa y Alajuelense, de dar un repaso a la mayoría de las informaciones relacionadas con el clásico, preferentemente las referidas a las posibilidades de campeonizar de los rivales, se esgrime un argumento prioritario: Saprissa es favorito, pero el Machillo se puede “jalar una torta”.
Y lo curioso es que no hacen referencia al Alajuelense: se dice que los morados se perfilan como favoritos gracias en parte al empate que sacaron en el juego de ida jugando como visita, pero, pareciera que las posibilidades del rival de salir con la corona del Ricardo Saprissa, no se sustentan en la fortaleza del equipo, sino en la estrategia que imponga su director técnico.
La personalidad o el modo de trabajo del entrenador erizo, está por encima de las fortalezas de su nómina, detalle que no se da en el Saprissa.
El argumento para que Saprissa campeonice pasa por la calidad de su nómina; la Liga es favorita por las decisiones tácticas que ordena su entrenador.
¡Bueno!
Esto es lo que dice la prensa deportiva.
¿Será cierto?
Estos razonamientos son válidos pero jamás del todo acertados; empecemos porque en el juego de ida en el Morera Soto, Rónald González superó tácticamente a Óscar Ramírez: el duelo estratégico del partido lo ganó el entrenador del Saprissa.
Además, restarle méritos a la nómina de la Liga y cargárselos a su técnico, tampoco es válido porque la planilla rojinegra es fuerte, variada y balanceada y desde luego que se da taco a taco con la morada.
El desarrollo del partido es una incógnita; lo lógico es que Saprissa ataque desde un principio apoyado a su condición de anfitrión y el fervor de sus fanáticos y que la Liga le entre al clásico con cautela. Este sería un argumento lógico, muy propio del Machillo Ramírez, pero, perfectamente se puede presentar una final abierta y “loca”, que nos haga recordar aquel 4-4 en el Estadio Nacional en un partido inolvidable, delicia de los espectadores.
En todo caso, ni Ramírez es superior a González, ni la formación de la Liga es inferior a la morada.
Quiero resumir el juego final del campeonato en una frase repetitiva durante toda la semana: será campeón nacional el equipo que se equivoque menos. Así, se hará realidad aquel viejo refrán de que “el que pestañea, pierde”.
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