Nota de Tano

Esto hay que cortarlo por la raíz del cacho.

Hay que evitar, impedir, bloquear que los delincuentes disfrazados con los uniformes de los equipos, se “trepen” a los buses que los trasladan a los estadios.

Ayer el viceministro de Seguridad, don Celso Gamboa volvió a repetir el discurso de siempre: “tenemos que capsular a estos aficionados, meterlos en un bus y custodiarlos hacia los estadios con motorizados, para que no asalten a los ciudadanos. Si no los subimos a un bus, ellos se trepan, amenazan a los choferes, asaltan a los pasajeros. Las mismas empresas de buses prefieren sacrificar una unidad y que se suban ahí estos energúmenos, a que les rayen y destrocen otros autobuses”.

O sea, interpretando bien las manifestaciones de don Celso, poner un bus a la orden de estos maleantes es el mal menor.

¡Qué difícil verdad!

Repasemos que todos los males, actos violentos y vandálicos que se producen en los estadios, a la entrada, durante los juegos y a la salida, son eventos que se producen precisamente en el coliseo y sus cercanías.

Estamos claros, después de escuchar ayer las manifestaciones de TODAS las partes, sin excepción, involucradas en los sucesos del Estadio Nacional, que ninguna se responsabiliza y se pasan el churuco sin mucho pudor.

Yo no fui, fue Teté.

¡Que cómo entraron; que dónde se sentaron; que cómo se movieron!

Sabemos que hay esfuerzos para desechar estos actos violentos; la UNAFUT ha trabajado en eso a través de coordinar con el Poder Legislativo para aprobar leyes que condenen de por vida a los delincuentes.

Parece que más de 30 integrantes de esa turba que sembró el terror ayer en el Estadio Nacional fueron encarcelados. Vamos a ver si funciona la ley contra la violencia aprobada para estos fines.

Pero Tano insiste en que el paso radical para terminar con esto, empieza por impedir que estos “pachucos” se puedan trasladar a los estadios. Ellos siempre se mueven en masa y es fácil focalizar el punto de reunión de donde parten hacia las sedes. Es más, es en esos puntos donde precisamente la seguridad del país les pone los buses a su orden para que no hagan loco.

Llevemos entonces un pelotón de policías a esos puntos estratégicos cuando el calendario señala partidos de alto riesgo y disolvamos los grupos en ese lugar. No creemos que estos vándalos se vayan caminando hacia los estadios y si arman alboroto en el sitio de embarque, pues de una vez a la cárcel.

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