Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 02 julio, 2013
Un gran amigo mío ya fallecido, Fernando Sáenz Abarca, el famoso “Zorrito”, cada vez que en mesa de tertulia se hablaba de las nuevas tecnologías, manifestaba jocosamente que él no entendía nada “porque se había quedado en la época de la licuadora”.
A mí con el fútbol me sucede lo mismo.
Como viví y disfruté en mi juventud del maravilloso fútbol de los años 50 y 60, época en que la Selección Nacional arrasaba en Centroamérica, el Saprissa era un equipazo, la Liga jugaba con las agallas y sangre de un Vivo Quesada o Macatre Esquivel, el Herediano descansaba en el talento de futbolistas como Edgar Quesada y Danilo Montero, en fin, cuando no existía el profesionalismo de hoy, los jugadores trabajaban en otras cosas, entrenaban al mediodía un rato con un sándwich de mortadela y un sirope y volvían a sus labores de oficinistas, vendedores de lo que sea o mecánicos, me cuesta más asimilar “tanta carajada” de hoy.
No soy tan bruto para comprender que las cosas han cambiado y los clubes costarricenses también “juegan” de ser profesionales como los del primer mundo. Me impresionó, por citar un ejemplo, como el domingo pasado, como el segundo tiempo del clásico se atrasó unos minutos, los preparadores físicos del Saprissa y la Liga mantuvieron a sus titulares calentando a toda máquina, suponemos que para que no se enfriaran.
Esto en los años 50 era imposible. Los jugadores y el cuerpo técnicos descansaban unos minutos más en los vestidores.
Lo curioso y este es el tema de mi columna, es que aquellos futbolistas del granizado y el emparedado, jugaban como los dioses, nunca se cansaban ni se lesionaban tanto. Eran puro huevo y fibra.
Todo lo contrario, el domingo escuchaba a Ronald González decir que como sus jugadores vienen o siguen en pretemporada, están duros, pesados y las piernas no les responden. Me imagino que por esta razón tuvo que sustituir a sus dos mejores figuras, Diego Madrigal y Diego Estrada y “entregarle” el partido a la Liga que se lo empató.
Repito: ahora hay “mucho mate”, mucha carajada, mucha “vara”, mucho chineo producto y consecuencia de ese profesionalismo que abarca y se ocupa de todo en la preparación del futbolista. Entonces, como “los muchachos” se cansan por la pretemporada, hay que descansarlos para que no se “arratonen” y por descansarlos se pierden los partidos. ¡Vaya ironía!
No duden que me quedo con la época de la licuadora.
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