Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 27 junio, 2013
Uruguay mereció otra suerte.
El partido que le hizo a Brasil, no era para perderlo como lo perdió.
No fue que la celeste jugó mucho mejor que la verde y amarilla, sino que, si repasamos el trabajo del portero Fernando Muslera, lo poco que le llegó, entró.
Y no se trató de efectividad.
Se trató de suerte. En este caso, la suerte del anfitrión.
Un gol de bola muerta entra en cualquier momento y en cualquier marco; si Luis Suárez no lo hizo antes de que lo anotara Paulinho, son cosas del destino.
Agreguemos que Fred le dio tan mal a la pelota, que la metió por el único rincón disponible, pero minutos antes, Edison Cavani le hizo una finta a Thiago y remató con el marco a disposición. Julio César ya se había vendido, pero el balón caprichosamente pegó en la rodilla de Luis Gustavo y se desvió. ¿Y el mortero de Forlán que lamió el palo horizontal?
Lo justo hubiera sido ir a los tiempos extras, reconociendo eso sí que por ahí del minuto 70, Brasil jugó sus mejores momentos y presionó sobre un Uruguay atrincherado pero no escondido, que fue una virtud de los discípulos de Tabarez.
Uruguay se jugó un partidazo táctico.
Presionó la salida de los laterales locales con Cebolla y Cavani; Forlán y Suárez molestaron a los centrales y los grilletes de González y Arévalo fueron a las piernas de Oscar y Neymar.
No le fue difícil a Uruguay frenar y obstaculizar a este Brasil de Filipao Scolari ayuno de magia. Por más que la prensa deportiva quiera convertir a Neymar en un futbolista mediático, está muy lejos este diez brasileño de la magia que cargaron antecesores suyos desde Pelé a Robinho, pasando por Zico, Ronaldinho, Amarildo, Romario y otros.
Este es un Brasil extraño; suma futbolistas extraordinarios y vistosos como Alves, David Luiz, Marcelo y Oscar; con jugadores que como los volantes de marca, Paulinho y Luis Gustavo tácticamente son inmejorables pero sin brillo exterior. Ninguno de los dos parece brasileño. Juegan como los rusos o los checos.
Y adelante, un par de troncos a los que no se les pueden negar condiciones, pero valorar incluso físicamente a Hulk y Fred y compararlos con los delanteros que ha presentado Brasil en selecciones anteriores, como que dan ganillas de llorar.
Estamos en presencia de un Brasil diferente, limitado, poco vistoso pero muy táctico, con pocos jugadores geniales que lo sacan de apuros en cualquier momento, que fue precisamente lo que sucedió ayer.
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