Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 24 junio, 2013
Si existen dirigentes deportivos que se venden por un viaje en avión a Belice, solo imagínense lo que es llegar a FIFA.
La transnacional del fútbol que vende y soborna, que compra y regala sedes y cuyos dirigentes en su mayoría, ceden principios y valores (si es que los poseen) en aras de la comodidad, el lujo y los placeres del cargo, organiza copas y campeonatos sin ningún sentido, más que complacer a los votantes de turno.
Y si no preguntémonos...
¿Qué diablos está haciendo Tahití en Brasil, metido entre esos gigantes del planeta fútbol?
¿Y los equipitos que llegan al Mundial de Clubes, en ocasiones empleados de maquilas y fábricas de atún?
Con el único propósito de agradecer y corresponder a zonas geográficas que venden sus votos a la hora de una elección en el ente rector del deporte universal, por invitaciones de este u otro tipo, más las miles que se giran a título personal para que una enorme cantidad de dirigentes bombetas llenen los palcos de los mejores coliseos del mundo, mientras se hospedan en hoteles de cinco estrellas y gozan de otra cadena sin fin de placeres, doña FIFA organiza eventos en cualquier rincón del orbe para congraciarse con sus miembros benefactores.
Las protestas multitudinarias en todo Brasil se encendieron por aspectos secundarios de costos de pasajes, pésimo servicio de transportes y otras yerbas aromáticas, pero en el fondo del asunto, es una rebelión contra el fútbol, contra Joao Havelange y contra su yerno Ricardo Texeira, dos dirigentes de FIFA que disfrutaron de esta vida repleta de lujos y se convirtieron en multimillonarios acumulando una fortuna amparados a una serie de delitos penales que ya se han ventilado y se ventilan en los tribunales de justicia.
Havelange y Texeira en Brasil representan FIFA, son los rostros de la transnacional y la Copa Confederaciones es hoy la cara de FIFA en esa nación, de ahí en mucho las rebeliones. Y cuidado si este no es el principio de una bola de nieve que se puede trasladar a España, donde la gente se muere de hambre, sufre desahucios, se suicida, mientras Messi y Cristiano se ganan millones de colones por día. Esto no es responsabilidad de los futbolistas, a ellos les pagan y punto, pero el mundo está al revés y los desequilibrios ya generan protestas como “los indignados” y esta de la población más humilde de Brasil. Y ojo, que el enojo está por llegar o ya arribó a Costa Rica.
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