Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 31 mayo, 2013
Todos los que estuvimos presentes la noche del sábado en el estadio Eladio Rosabal Cordero, sabíamos por lo caliente y apasionado del entorno, que si Herediano campeonizaba la invasión a la cancha sería inminente. Igual hubiera sucedido en otros estadios cuando no hay distancia prudencial entre graderías y terreno de juego.
La invasión de aficionados es anónima y en ella convergen personas decentes y con valores, como sabemos es la familia del señor Arguedas, por los antecedentes de herencia honorable que cita en su comentario, seguidores del Team sufridos, vacilados y puede que manipulados en forma negativa por medios de comunicación; fanáticos de hueso rojo y amarillo de todo nivel; decentes, indecentes, fervorosos y dispuestos a celebrar el título con honorabilidad, pero también se filtran en la bola de nieve que mencionamos, pachucos y chusma fácil de identificar en el colectivo de la celebración.
Quien lea con detenimiento mi Nota, concluirá que estábamos claros de que la invasión era inevitable, a menos que campeonizara el Cartaginés. Debo reconocer que probablemente asistí al estadio prejuiciado después de almorzar ese sábado con mi hermano Osvaldo quien, como lo repito, estaba por un lado ilusionado para que la ceremonia de entrega de trofeos se asemejara a las que se construyen en el fútbol del primer mundo, pero a la vez temeroso de que se desluciera en caso de una invasión de aficionados a la cancha. Sucedió lo segundo.
Ahora bien.
Aceptemos que los seguidores del Team tenían el derecho a celebrar el título con toda esa pasión manifiesta. Aceptemos incluso la invasión al terreno de juego como asunto lógico e inevitable, repetido en otros escenarios del campeonato y no exclusividad de los florenses.
¿Pero qué sucede cuando media hora después de terminado el partido y cuando ya toda la pasión había sido desbordada; cuando ya los fanáticos abrazaron a sus ídolos y los organizadores les solicitan a los aficionados por los altoparlantes que retrocedan y den espacio para la ceremonia de premiación? ¿Cuántas veces pidió el animador ese espacio?
Nadie se lo concedió y eso tiene un solo nombre: mala educación.
Donde sí metí los escarpines fue cuando escribí que hay pueblos que no están preparados para cosas limpias, artísticas y solemnes.
Yo me refería a Costa Rica en general, como nación, pero quedó la impresión lógica de que hacía referencia a Heredia. Pido disculpas al pueblo rojiamarillo.
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