Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 28 septiembre, 2012
Conforme las personas se van haciendo viejas se aferran a la idea de que todo pasado fue mejor.
Casi siempre los viejitos fueron operados por el “mejor doctor” y cuando viajaron a Europa, conocieron “las mejores ciudades” y la mayoría de sus entornos siempre fueron “los mejores”.
Todos fueron a la “mejor escuela”; recibieron lecciones con la “mejor maestra”; la banda de tambores de su colegio “era la mejor” y no existe universidad en el planeta como en la que estudiaron.
Si sobreviven a un infarto, el “mejor” médico les salvó la vida y el “mejor” oncólogo los sanó del tumor maligno. Tienen los “mejores” hijos del mundo, pero no todos se casaron con la mujer maravilla.
¡Qué curioso que con los matrimonios no haya tanto consenso!
Todo esto viene a cuento después de presenciar el partido entre Alajuelense y Real Estelí de Nicaragua.
Dicen los viejos del barrio, que el fútbol, los equipos y jugadores de antes, eran mejores a los de ahora.
En este caso específico del fútbol, los “roquillos” llevan mucha razón.
Si en el cuento de la maestra, hijos, viajes y médicos, probablemente exageren, en lo que respecta al fútbol de este país tienen absoluta razón.
Y que no nos vengan los entrenadores y la prensa joven de hoy con el cuentito de que las fuerzas se han equilibrado.
¡Nada que ver!
Cuando la Selección Nacional le ganaba 9-1 a Guatemala y cada vez que se jugaba contra Nicaragua, eran de seis goles para arriba, se trató simplemente de que los futbolistas costarricenses eran muy superiores técnicamente a los de ahora.
Hubo varios minutos en el partido entre manudos y pinoleros que la Liga buscó la segunda anotación y su ofensiva rondó el área rival.
Contamos cuatro remates al marco del Estelí, casi seguidos, pero todos débiles y desviados.
No existe en el futbolista actual técnica de remate, potencia y precisión; es imposible no recordar entonces los zurdazos de Rubén Jiménez, los golazos de Juan Ulloa, los chanfles de Leonel Hernández, la efectividad de Guillermo Elizondo, la potencia del Gallego Armijo, los remates de cabeza de Guido Peña.
Al futbolista actual le quema la pelota; Alvarito Murillo la pedía, amortiguaba, bajaba, servía, en fin, hacía con ella lo que le daba la gana.
Entonces, antes de afirmar que el fútbol actual se ha equiparado, mejor y como dicen los viejos, ratificar que el del pasado fue mejor y que ese paupérrimo 1-0 entre Liga y Estelí lo confirma.
gpandolfo@larepublica.net
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