Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 15 febrero, 2008
La mayoría de los futbolistas que forman la Selección Nacional de Hernán Medford, digamos que la base, jugaron el Mundial en Alemania hace un par de años.
Perdieron los tres partidos de la primera ronda, se quejaron y protestaron por la falta de competencia de nuestro campeonato y regresaron a casa.
La presión de un sector de la prensa deportiva no acomodada a los intereses de la anterior jerarquía, obligó a un terremoto en la cúpula y quienes pretendían —sin merecerlo—, seguir en el tren de la gozadera y de la viajadera gratuita por todo el planeta a costa del fútbol nacional, tuvieron que hacer maletas y regresar a casa.
Otro que retornó de Alemania fue Hernán Medford; el que fuera entrenador del Saprissa viajó al Mundial en condición de turista y suponemos que observó desde los palcos el derrumbe de la tricolor de Guimaraes, al compás de unas frías birras germanas, de las mejores del mundo.
Ya completitos en casa, con don Hermes descansando en una hamaca en el Puerto; con Guimaraes al frente de los canaleros; con Lonnis criando caballos y construyendo hermosas cabañas y con la agencia de viajes clausurada (léase Comisión de Selecciones Nacionales), la mayoría de los jugadores que fracasaron en ese Mundial, le fueron entregados a don Hernán.
La pregunta de los cien dólares, ahora más devaluados que los cien colones, es ¿qué ha sucedido en el fútbol costarricense en este corto lapso, desde que Polonia nos derrotó 2-1 en el Mundial, hasta que Jamaica nos empató 1-1 en Kingston, para pretender que nuestros futbolistas jueguen mejor?
¿Qué ha sucedido durante los últimos 18 meses en la vida futbolística de Porras, Mesén, Jervis, Cordero, Badilla, Leo, Solís, Danny, Centeno, Gómez, Saborío, Núñez e incluso Wanchope ahora retirado, para pretender o exigirles que jueguen mejor?
Estoy completamente seguro de que la única novedad en la vida interna de estos futbolistas en cuanto a su profesión, ha sido un aumento de salarios.
Ninguno fue puesto bajo las órdenes de un director técnico de prestigio mundial como académico del juego del fútbol; ninguno ha recibido charlas técnicas sobre cómo mejorar los fundamentos del juego; ninguno, absolutamente ninguno se ha salido del entorno que los condenó al fracaso en Alemania.
Todos, absolutamente todos, siguen dando vueltas en el mismo círculo que conduce al fracaso; simple y llanamente pasaron de ser entrenados por Guimaraes a serlo por Medford y se sumergieron de cabeza en el mismo insípido y nada competitivo campeonato, donde, como lo analizamos ayer a raíz del juego Universidad-Saprissa, los seleccionados morados ganaron caminando, vieja costumbre que ya va para tres coronas y amenaza con perpetuarse. Bien para el Saprissa; nefasto para el seleccionado.
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