Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 01 enero, 2008
Mi compañero Cristian Williams fue el que me preguntó cuál era para mí el mejor jugador del campeonato; del Torneo de Invierno desde luego, y le respondí: creo que tiene que ser del campeón Saprissa; puede que haya otros por ahí de destacada actuación, pero considero más justo, sobre todo por la forma tan fácil en que Saprissa campeonizó, que sea del equipo tricampeón de donde salga el mejor del campeonato.
Y me puse a repasar la nómina.
No duré cinco segundos en seleccionar al mejor.
¡Víctor Cordero!
Siempre he sido un defensor de este defensor, valga la redundancia.
Me he comprado broncas por defender su trabajo en su ya larga trayectoria deportiva, tantas o más que la adrenalina que he sumado defendiendo durante tantas temporadas las actuaciones de Luis Antonio Marín en el Alajuelense y la Selección Nacional.
Curiosamente Cordero y Marín juegan la misma posición y si mal no recuerdo hicieron pareja en la Selección Nacional que Juan Blanco presentó en los Juegos Panamericanos en Argentina. De esto no estoy muy seguro.
En todo caso, tanto Luis como Víctor han jugado muchos partidos juntos en la tricolor, con más suerte Marín, que incluso llegó a ser capitán de la tricolor y mundialista, no así Cordero, a quien Alexandre Guimaraes no incluyó en la lista definitiva a Alemania a pesar de que lo utilizó en varios partidos de la eliminatoria.
Ya todos conocemos las críticas y los cuestionamientos al fútbol de Marín; sus famosas “tortas” con la Selección son rescatadas por sus detractores para fomentar los cuestionamientos, pero nunca alcanzaron para derribar la fortaleza de este enorme jugador, que paradójicamente se hizo más grande en ausencia.
Tuvo que marcharse Luis Antonio al fútbol de Israel para que se dieran cuenta los miles de seguidores liguistas, lo valioso de su fútbol, la falta que hace y lo insustituible de su liderazgo y carisma.
¡Liderazgo, carisma, buen fútbol!
Tres cualidades que adornan también el fútbol de Víctor Cordero, un jugador indispensable en la retaguardia del Saprissa y que no siempre las tuvo todas consigo en sus 15 temporadas uniformado de morado.
El propio Víctor cuenta, cómo recuerda con mucha satisfacción el día que metió un gol en una final contra la Liga, porque esa temporada la pasó en banca.
El técnico de turno, por respeto a su trayectoria le regaló unos pocos minutos para que entrara y sintiera el calor de la corona y Cordero anotó, lo que aumentó su pasión morada y le dio algo de sentido a una temporada en que se vio relegado.
El también capitán del Saprissa sufrió la época de las vacas flacas en la institución y pasó varias temporadas “de hambre”.
Con Jorge Vergara llegaron las vacas gordas, pero este maravilloso futbolista, tanto en las malas como en las buenas, ha mantenido una rectitud y un profesionalismo ejemplar dentro y fuera del campo y eso también se lo rescatamos.
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