Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 22 noviembre, 2007
En la goleada de Costa Rica a Nicaragua 9-1, un resultado que hoy sorprende pero que en la década de los años 50 era corriente o se daba muy parecido cada vez que el amo de Centroamérica enfrentaba a Guatemala, Honduras y El Salvador, tres futbolistas se repartieron los goles: Bryan Ruiz, Celso Borges y Alvaro Guerrero.
Es interesante repasar la historia de los tres: Guerrero metió dos verdaderos golazos; si esas anotaciones las hace Leonel Messi, Ronaldinho, Paulo Wanchope o Alvaro Saborío, todavía hoy la prensa deportiva mundial y nacional estarían comentándolas; fueron dos golazos impresionantes, pero los metió Alvaro, no Alonso Solís, Víctor Núñez o Walter Centeno.
De esa tripleta de jugadores costarricenses, el habilidoso Bryan Ruiz se ha consolidado en el fútbol de Bélgica y según informaciones de la prensa local, el Gent quiere renovarle su contrato, suponemos que por cifras millonarias. Si Ruiz no se lesiona, tiene el futuro asegurado y nos alegra, porque de verdad es un futbolista que desde que debutó “carajillo” con la Liga, se salió de todos los guiones y libretos gracias a su técnica y calidad individual.
Nos dicen por ahí, porque no lo vimos, que fue uno de los que escondieron las piernas en el partido contra Guatemala. No lo podemos aseverar. ¿Usted, qué opina?
Celso Borges es otro joven talentoso que tuvo la suerte de enseñar sus habilidades en un equipo grande: el Deportivo Saprissa. Su juego es muy distinto al de Bryan Ruiz, pero se nos parece mucho al de “Chinimba” Rojas: presencia y prestancia en la mitad del campo y amplio panorama del juego. Celso es un lanzallamas, un catapultador de ofensivas con sentido.
Les metió dos penales a los pinoleros.
¿Qué sucedería si en los juegos de ida y vuelta entre Costa Rica y Panamá quedan empatados en el primero; van iguales en el segundo y se pita un penal a favor de Costa Rica en el minuto 89. ¿Lo anotaría Celso para mandar a su papá a la casa y eliminarlo de las olimpiadas?
Ni lo duden que sí.
Sin embargo, el caso que nos llama la atención es el del porteño Guerrero.
No nos explicamos cómo un delantero de su talla, que a Puntarenas le ha dado lauros con goles decisivos en momentos cruciales, aún no se consolida en el fútbol nacional.
Un delantero que mete un par de goles como los que Guerrero le anidó a Nicaragua, no debería jamás ser suplente en un fútbol tan mediocre y de tan baja calidad como el costarricense.
Eso es lo ingrato de la vida y del fútbol: premia el talento de Bryan, el fútbol de Celso, pero es ingrato con jugadores que como Alvaro Guerrero, suman temporada tras temporada sin ver el sol, aunque jueguen en el Puerto.
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