Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 03 noviembre, 2007
No siempre Jeaustin Campos se pone tan eufórico.
Al terminar el clásico del jueves con el empate del Saprissa, estalló en éxtasis e incluso enfrentó a los seguidores de la Liga con signos de victoria provocadores. El técnico del Saprissa transmitió una alegría y entusiasmo poco común al final de un partido que no definía un título.
Metiéndonos en el cuerpo y el alma del estratega morado, creemos que esa alegría desbordante se dio porque con el gol de Alejandro Alpízar y la clasificación de su equipo a la final de Uncaf, Jeaustin sentía que se hacía justicia y tenía razón.
Como bien lo apunta mi compañero de deportes, Eduardo Baldares, a pesar de que la estadística es totalmente favorable a José Francisco Porras y al Saprissa en la definición de series desde el punto del penal, quienes presenciamos el clásico nos dimos cuenta de que los morados agotaron todas las instancias ofensivas para evitar la serie desde los 12 pasos y en cambio Carlos Restrepo, conocedor de la historia y de lo que ha sucedido en los últimos años cuando Porritas se para a detener penales, se apuntó a esa ruleta rusa, que muy probablemente le iba a disparar el tiro de gracia pocos minutos después de que se lo metiera Alpízar.
Jeaustin Campos con 99 números de la rifa comprados para ir a la lotería de los penales, ordenó todo lo que estuvo a su alcance, para evitar que el juego llegara a una instancia que le es ampliamente favorable a su equipo.
Restrepo, con un número en su bolsillo y ganando el juego 1-0, solo hizo un cambio en ofensiva, Jean Carlo Solórzano por Leonardo Martins; sacó al hombre que le hizo el gol y después reforzó la retaguardia con el ingreso de Cristian Oviedo y el novato Esteban Rodríguez, señal inequívoca de que el Alajuelense estaba más apuntado a definir la serie desde el punto del penal, que el Saprissa. Esto es grave si se está jugando en casa y ganando el juego 1-0.
Y por ahí viene la euforia de Jeaustin Campos; el estratega del Saprissa sintió hasta el fondo de su alma que el gol de Alejandro Alpízar fue el premio a la actitud ofensiva que él transmitió a su equipo y tuvo toda la razón del mundo al mostrar su éxtasis.
Como lo detallan las crónicas y análisis del último clásico, después de que el Alajuelense abrió el marcador en el minuto 15, el juego pasó a manejarlo el Saprissa, que incluso lo empató un par de minutos después con un gol dudosamente anulado.
De manera que si en ese charco, si cayendo 1-0 y si jugando de visita, su equipo tuvo la actitud de no cesar en ir al frente en 75 minutos de juego hasta conseguir su propósito, tendrá que ser bien vista la desproporcionada euforia del entrenador morado por el resultado.
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