Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 27 mayo, 2009
Anoche fue al revés.
Liberia Mía jugó como local y Herediano como visita.
Ronald Mora pidió que el Rosabal Cordero se pintara de rojo y amarillo y fue complacido, pero el estratega no pudo complacer a los seguidores del equipo.
No se atrevió a presentar desde el inicio un equipo alegre y atrevido que se metiera desde el primer minuto a la fiesta rojiamarilla, que estaba montada para celebrar el título 22 y fiel a su estilo, se apuntó a un partido táctico y precavido que se le vino al suelo cuando se señaló el penal.
Si usted cuenta con la mejor delantera del campeonato y puede juntarla en un partido final, en su patio y con una muchedumbre vibrante, dispuesta a apoyar desde el arranque, pero no lo hace, el asunto se complica.
Briceño empujando y Herron, Leandrinho y Furtado como puntas, fue una fórmula que le dio al Herediano los mejores dividendos en ofensiva. No siempre jugaron juntos, ni todos, pero cuando Mora llegó al club se vanaglorió de que jugaría con tres puntas y sin embargo, ayer solo alineó una.
Sentimos que el técnico del Herediano no se atrevió y es esta la palabra adecuada, a compartir la fiesta con su fanaticada. El escenario estaba puesto para entrar con un equipo alegre, abierto y ofensivo, tenía los hombres, pero prefirió jugársela con las armas que favorecían al inteligente rival en la línea de enfrente, el galo Gayhardy que se lo tragó completo.
Cuando el entrenador del Herediano decidió sentar a Eduardo Gómez, empezó a probar jugadores por el carril derecho defensivo: recuerdo a Herron; después Montoya, por ratos Angulo; también a Cunningham y hasta Briceño.
La verdad que la receta le dio éxito en varios juegos, pero anoche el experimento fracasó, porque Liberia Mía hizo fiesta por ese sector, donde a Esteban Sirias no lo pudo atrapar nadie, en mucho porque Cunningham se alejó de la zona para acompañar a Herron y dejó a Robert Arias a la intemperie.
Alain Gayhardy estaba convencido de que sus discípulos podían repetir las hazañas de Pérez y Saprissa; en nuestra Nota de ayer lo sentimos mentalmente concentrado a ganar el juego de vuelta como visita, más que el de ida como local y lo hizo.
Propuso un sistema táctico apropiado y sorprendió con la alineación de Walter Chévez, quien junto a Sirias rompieron la retaguardia florense.
El regreso de los zagueros titulares, Umaña y Salazar les dieron a Wallace, a Leo y a Guevara aires ofensivos y los amarillos (que por cierto lucen un escudo igualito al de la cerveza Imperial lo que no agrada), se desdoblaron muy bien, enviaron varios telegramas ofensivos de alerta roja antes de la jugada del penal, no advertidos por el contrario y una vez que montaron el penal, rompieron una retaguardia que desesperada y desordenada se abrió, solo para recibir una penosa y hasta humillante “recompensa”.
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