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NOTA DE TANO


Nota de Tano: El Dr. Renato Soto fue un deportista de acero

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 06 marzo, 2018


El Dr. Renato Soto fue un deportista de acero

Al Dr. Renato Soto Pacheco no le gustaba jugar al fútbol, porque había empates y él era un ganador.
Por eso fue campeón nacional en sus dos amores deportivos: el baloncesto y el judo.
Don Renato falleció a los 90 años de edad y que nadie se extrañe si pocos meses antes, estuvo jugando duro al baloncesto en el gimnasio que merecidamente lleva su nombre en el Costa Rica Tennis Club.
¡Atleta excepcional!
Pura fibra, puro músculo, hombre de hierro, cero grasa y competitivo hasta la médula. Siempre jugó para ganar y entonces se llenó de títulos.
Campeón nacional y centroamericano de judo, cinta negra y monarca nacional y de copa con el equipo de baloncesto del Tennis Club entre 1965 y 1971.
Si don Renato se hubiera dedicado al fútbol, los récords de Julio César Bustos, Marvin Obando y Danny Fonseca de regularidad, partidos seguidos y longevidad, probablemente hubiesen sido estremecidos.
Basta recordar que don Renato fue medalla de bronce en judo a los 49 años de edad en un Centroamericano en nuestro país.
Lo conocí apenas salíamos del colegio y visitábamos la Academia de Judo del profesor Orlando Madrigal en los altos de la Farmacia Jara. El doctor se daba duro con los “cocos” de la época, el propio Madrigal y don Rafael Barquero.
Tuve el privilegio de compartir días y horas con él y su distinguida esposa doña Sarita, en los Primeros Juegos Deportivos Centroamericanos en Guatemala en 1973.
¡Qué encanto de pareja!
Un amor eterno les regaló ocho hijos.
En el lustro 1970-75, don Renato fue actor principal de los duelos de baloncesto a Gimnasio Nacional repleto, entre la UCR del “Macho” Tabasch, el Seminario de Jaime Peña, el Liceo de Costa Rica de Rigo Morris, el Reyco de Jorge Ross y el Tennis Club que entrenaba Guillermo “Feola” Núñez, equipo donde Renato Soto era alma, vida y corazón.
Como microbiólogo me vi en muchas ocasiones favorecido de sus servicios profesionales, igual que centenas de deportistas.
Catedrático universitario, graduado con honores en México, pero sobre todo deportista, brillante deportista, activo mientras otros duermen, ejemplo de tenacidad, disciplina, esfuerzo, sacrificio y una vida larga entregada al deporte.
Desde luego que había que inmortalizarlo y ese honor le llegó en 1992, cuando don Renato ingresó a la Galería del Deporte Costarricense.
Descansa en paz, amigo.
Me imagino la alegría de Sarita al volver a verte.
gpandolfo@larepublica.net

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