Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 18 septiembre, 2017
Pipo González firmó para un club histórico del Calcio italiano
Me tocó viajar en 1988 con la Selección Nacional Juvenil a Guatemala, a un torneo eliminatorio en ruta al Mundial en Arabia Saudita al año siguiente.
Juan José Gámez y su asistente técnico, Manrique Quesada, entrenaban a un grupo de futbolistas de altísima calidad pero bien rebeldes, que lo que más deseaban era enfrentar a México, para “vengar” las derrotas que los mexicanos acostumbraban dar a los ticos “mayores”.
En Mazatenango, Costa Rica bailó y goleó a México, repleta de “forros”, 3-0 y fue cuando este columnista bautizó a este grupo juvenil, liderado por Rónald González, como “Los Carasucias”.
Tenía pegado este calificativo desde mi etapa de colegio; en 1957, la selección de Argentina tenía una delantera formidable, integrada por Orestes Corbatta, Humberto Maschio, Valentín Angelillo, Omar Sívori y Osvaldo Cruz, jugadores de una clase fenomenal, también rebeldes, fuera de guiones y libretos, campeones suramericanos, tres de ellos: Maschio, Angelillo y Sívori vendidos en “paquete” al fútbol italiano.
Maschio, que en 1972 fue técnico de la Selección Nacional y le tocó dirigirla en el aciago juego del 10 de diciembre contra Honduras, eliminatorio al Mundial Alemania 74, que Costa Rica ganaba 3-0 y terminó empatado 3-3, fue fichado por el Bologna, un equipo que en aquella época se instalaba entre el quinto y el sétimo lugar de la tabla, debajo de los grandes: Milán, Juventus, Inter, Fiorentina, Roma, etc.
Entonces, ahora que Giancarlo González ha firmado por el Bologna, brotaron en mi mente las informaciones periodísticas de aquel año 1957 (cursaba el segundo año de colegio en Los Ángeles), con titulares y portadas que anunciaba que “El Carasucia” Maschio era jugador del Bologna.
Angelillo fue goleador del Inter y Sívori estrella de la Juventus, y por ser estos futbolistas argentinos de origen italiano, pudieron los tres formar parte de la “azzurra”. Incluso Maschio, estrella del Rácing de Avellaneda, jugó todo el Mundial Chile 62 con la selección italiana de la que fue su capitán.
A la distancia suponemos que el “Pipo”, una vez se adentre en las interioridades de este histórico club de Bologna, al que ahora pertenece, pueda valorar la trascendencia de este equipo, que ha estado plagado de estrellas desde su fundación y se convierta, porque tiene condiciones, en una más de ellas.
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