Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 15 mayo, 2009
Los cronistas del Liberia Mía-Saprissa han sido elocuentes y categóricos.
El empate huele a derrota y más que a derrota, a eliminación a pesar del tradicional discurso de quienes no tuvieron la capacidad o no pudieron ganar en casa, de que la eliminatoria es un partido largo de 180 minutos, que la primera parte terminó empatada 1-1 y que falta todo el segundo tiempo.
A los liberianos les conviene olvidar que ese segundo tiempo se jugará en el estadio Ricardo Saprissa, escenario donde en las dos últimas fechas no anotaron un gol y se trajeron en el canasto ocho.
Podemos aferrarnos a la trillada frase de que en el juego de vuelta, todo puede suceder, que van 11 contra 11 y el balón es redondo, pero honesta e internamente, discurso aparte, la semifinal se puso de color morado y Saprissa, casi invencible en su patio, tiene todas las de ganar.
Ayudará también a su eventual clasificación el hecho de que Liberia Mía se ha quedado sin retaguardia titular y no podrá utilizar a Michael Umaña, Pablo Salazar y Roberto Wong, los dos primeros suspendidos y el tercero lesionado, malas noticias sin duda.
Nos parece que en el Edgardo Baltodano, los anfitriones perdieron mucho tiempo para anotar el 1-0; si los discípulos de Alain Gayhardy le ponen al encuentro la pasión que aportaron después de que Walter Centeno les empató el partido cerca del minuto 70, otro gallo pudo cantar bajo la luna liberiana.
La anotación de Pablo Salazar en el minuto 45 no les sirvió de mucho porque no dio paso a la pasión y a la emoción, sino al reposo. La motivación del primer gol se congeló al instante en el vestuario.
¿Se imaginan ese 1-0 al minuto siete?
Lo cierto es que el Saprissa de nuevo supo jugar el partido que le convenía, como lo ha hecho en los últimos cinco campeonatos cortos y lo llevó a escena también con Medford, de nuevo combinando su propia capacidad y la mentalidad segura, confiada y ganadora de sus jugadores, veteranos y jóvenes, con la falta de irrespeto del contrario.
Lo comentamos en el previo del juego, Liberia Mía, Herediano y Brujas, los tres clubes involucrados en esta ronda, si quieren derrotar al Monstruo, tienen que irrespetarlo, encarándolo desde el minuto uno y superándolo jugando al fútbol. No se puede hincar al campeón jugándole con paciencia, al letargo y a la espera de que caiga el gol.
Hay que tratar de pasarle por encima y no permitir que el planteamiento de Jeaustin Campos los meta en “su juego”; en la ida, Liberia Mía fue paciente, anotó primero; permitió que Saprissa enfriara la acción, recibió el empate y jugó a lo grande demasiado tarde.
Por eso está contra las cuerdas y al borde del nocaut.
¿Qué sucedió anoche en el Rosabal Cordero?
Mañana lo comentaremos.
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