Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 24 abril, 2009
Estaba sin trabajo cuando conversamos como una hora en el parqueo de LA REPUBLICA.
Con Cristian Williams de interlocutor, me aproveché de la amistad que nos une desde su época como brioso defensor derecho del Saprissa y la Liga, para hablarle frontalmente y con respeto absoluto sobre rasgos de su personalidad que, equivocado o no, estimaba lo habían perjudicado en su paso por Cartaginés y Santos específicamente.
Plasmados en esta misma Nota en su momento, consideramos que Ronald Mora cometió un error cuando se echó un pulso con el portero argentino Carlos Díaz, a la sazón capitán y líder querido del Cartaginés y meses después repitió la faena con un grupo de futbolistas muy consolidados en el plantel guapileño, que poco a poco fueron separados del Santos, como Díaz abandonó también la nómina del equipo azul.
Ya conocemos la bronca que sostuvo con Jewisson Bennett publicitada en días recientes y el dilema que construyó en su momento al abandonar las filas del Puntarenas, apenas cuando se acostumbrada a quitarse el sol.
Estos hechos, estos detalles, y muchos más que vienen de su época como aguerrido jugador, marcan la conflictiva personalidad del Macho Mora, a quien en varias oportunidades etiquetamos como un profesional con delirios de persecución.
Eso sí, siempre responsable, trabajador, honesto y sobre todo humilde, esta última una tremenda cualidad que conserva.
Aquella tarde bajo el alero del edificio del periódico nos abrimos; incluso Cristian se marchó y nos dejó solos y fue así que sostuvimos una charla frontal, cara a cara, respetuosa, en la que privó más la añeja amistad que el ardor de los temas polémicos que fuimos tratando.
Mora, el director técnico, me explicaba y detallaba cada caso, cada paso uno por uno y daba las argumentaciones que puso en práctica para guardar el respeto y la distancia que se debe marcar entre técnico y futbolista.
“Actué así por esto y así por esto otro”, decía.
Normalmente los roces que trascienden entre entrenador, dirigentes y jugadores se generan en los vestidores, pero se deben respetar los códigos internos de la nómina.
En todo caso, no es nada relevante si al final de la conversación, Ronald demostró que él tenía la razón o fue el periodista el que lo convenció de sus presuntos errores.
Lo que sí es cierto y es verdad químicamente pura, es que el Macho Mora cambió y desde que asumió las riendas técnicas del Herediano se comporta diferente en las relaciones interpersonales con todo el entorno.
El lo reconoce.
¡Soy distinto!
¡He madurado!
No sé si la conversación aquella le sirvió de algo; pero es cierto que más que afirmar y sorprenderse del cambio del Herediano de Wanchope al de Mora, hay que reflexionar y analizar que no fue el equipo el que cambió; el que cambió interiormente fue su entrenador y en buena hora.
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