Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 14 febrero, 2009
Entre el primero y el segundo gol de la Selección Nacional contra Honduras, ambos anotados por Andy Furtado, hay un abismo de diferencia.
El segundo es la esencia del fútbol; el primero es mera acción fortuita. Se cobran decenas de tiros libres exactamente iguales de parte de los dos equipos. Unos terminan en la red, otros no, sin que medie la excelencia del futbolista, a menos que sea un libre directo.
Ya nos sabemos de memoria los molotes, agarronazos, empujones, codazos, jalonazos, abrazos, candados chinos y hasta intentos de estrangulamiento, entre los que defienden y los que buscan depositar en los cordeles el balón que va a servir su compañero, sea de tiro de esquina o libre indirecto.
El balón cae en el área y ahí sucede cualquier cosa.
Claro que hay un mérito en “jalar” una marca o anticiparse a la acción defensiva del contrario, pero por lo general, el tiro libre que cae en el área tiene un destino totalmente incierto.
En ocasiones pasa la bola como un rayo y nadie la toca: otras pega en la rodilla, dedo gordo o frente de un jugador y se desvía a la red. Muchas veces se luce el portero despejando de puños; otras el portero se sale en falso y nadie aprovecha. En otras se aprovecha el baño del arquero.
La jugada de bola muerta es hoy fundamental en el fútbol del primer mundo; se han decidido títulos mundiales y copas con un tiro de esquina o libre dejado en la red. Pero, es una acción fortuita. Tiene el mérito de ser planificada en la pizarra del vestuario, pero igual entra que sale o que pasa sin suceso en la zona caliente del marco.
Costa Rica tuvo mucha suerte en poder abrir el marcador con el tiro libre de Centeno que remató de cabeza Furtado; antes de esa jugada el portero Noel Valladares recibía un baño de viento.
Antes del 1-0 se vivía un juego de medio campo justamente equilibrado, donde Costa Rica no era más que Honduras; incluso, los catrachos lucieron levemente mejor.
Todo cambió con ese 1-0 porque muy rápido la Selección Nacional construyó la jugada más hermosa del juego, entre Carlos Hernández, Armando Alonso y el propio Furtado, que se combinaron para anotar un golazo bien elaborado que definió la confrontación.
Varias cosas que rescatar del partido.
Bien lo manifestó Rodrigo Kenton que agradeció la paciencia y buen comportamiento del público; cero rechiflas en casi 50 minutos de partido insulso.
Excelente comunión y estado de ánimo positivo entre futbolistas y aficionados.
Hermosísimo y alentador comportamiento de los jugadores entre ellos; se nota la unión del grupo. ¡Cómo celebraron todos los goles! ¡Cómo se abrazaron! ¡Cómo lo cantaron!
Trabajo de Germán Retana a la vista.
Humildad del cuerpo técnico, amarrada en lo que ya es el lema de Rodrigo Kenton: “calladito es más bonito” y también, hay que decirlo: ¡qué flojo Honduras!
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