Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 08 enero, 2009
Me parece correcta la posición de Marcelo Herrera.
Y valiente.
Las declaraciones que ofreció en una entrevista a la prensa deportiva argentina están bien sustentadas y son un retrato fiel de la realidad del fútbol costarricense.
Cuando se habla en voz alta y el argumento de la entrevista es fuerte, es bien difícil contar con aceptación plena; Herrera fue certero y sincero, básicamente en sus opiniones sobre la calidad del fútbol costarricense y varios de sus entornos.
Donde si lo encontramos benévolo fue con el fútbol de su propio país, sobre todo en el tema de infraestructura, porque tratándose de Argentina, potencia mundial del fútbol, la verdad que cuentan sus clubes más modestos con instalaciones deportivas que cuando se miran por la televisión, dan vergüenza.
Si se individualizan las comparaciones, estas pueden parecer injustas; por ahí podría ser que un Saprissa o la propia Liga en sus mejores momentos, pueden jugarle cara a cara y taco a taco, inclusive derrotándolos, a varios de los clubes del campeonato argentino de la parte baja de su tabla.
Lo que pasa es que las opiniones de don Popeye son generales, no particulares y en ellas el técnico del Alajuelense se sustenta bien.
Y ya que hablamos de Herrera, en puertas de un nuevo campeonato aplaudir varias de sus decisiones y cuestionar otras, que dejan duda.
Me agradó muchísimo el profesionalismo del técnico con su compatriota futbolista, Martín Civit; no le dio regalada la menor oportunidad de lucirse o reivindicarse.
Los ticos somos malosos y mal intencionados y siempre que un técnico ficha para su equipo a jugadores compatriotas, ya empezamos con comisiones por jugar, titularidad no merecida y demás yerbas.
Herrera con Civit nos dio una lección de ética profesional; le dio ocasiones y minutos de juego, el jugador no respondió y fue a la reserva la mayor parte del torneo.
Sin embargo, por el otro lado, se confirman situaciones domésticas dentro de la Liga que nos narran de las agrias relaciones de jugadores como Argenis Fernández, Windell Gabriels, Ignacio Aguilar e incluso Wardy Alfaro con el técnico.
Unas más evidentes que otras; incluso Argenis y Nacho ya no están en el club y Windell desea irse; Alfaro, más maduro y profesional guarda prudente silencio. No pregunta, pero carga bronca por dentro.
Steven Bryce ya se abrió un poquito y dio a entender que no se explica por qué no lo pusieron a jugar ni medio minuto, de manera que se hace notorio que Popeye tiene su personalidad bien definida; frontal y valiente en la mayoría de sus actos, pero en otros destierra y condena sin dar explicaciones, amparado desde luego a los cánones de su jerarquía.
Joven aún su presencia en el país, el Torneo de Verano servirá para valorarlo suponemos que más justamente.
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