Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 12 noviembre, 2008
Soga para su propio pescuezo.
La insoportable inflación que padece el fútbol costarricense, derivada del exitoso papel de la Selección Nacional en el Mundial en Italia y que elevó desplanificada y desproporcionalmente los fichajes y salarios de nuestros modestos futbolistas y por consecuencia lógica, de los mejores directores técnicos, tiene hace rato a varios clubes al borde de la quiebra económica, a otros con déficits enormes y a varios entrenadores de renombre, varados.
Al estadio Ricardo Saprissa no le pusieron candado gracias a Jorge Vergara; el Herediano no se esfumó gracias a los aportes de doña Roxie Blen; la desgracia económica de Puntarenas es patética; los directivos del Alajuelense ya ni hablan del equipo, sino de la falta de plata que los consume. El domingo pasado, antes y después del juego contra Universidad, solo se quejaban de la falta de público, del motocross, de los conciertos, de la venta de lotes de zacate y menos del desempeño del equipo. Están obsesionados por hacer dinero para salir de problemas.
Cartaginés juega de local a estadio lleno pero no se ve la plata. ¿Estarán sus dirigentes cancelando deudas?
Sobreviven clubes de media tabla gracias al aporte de empresarios de la zona, que aflojan billeteras para cancelar igual sueldos de media tabla y tenemos por aparte la siempre simpática historia del Carmelita, bien narrada por su presidente Carlos González el pasado sábado en diario Extra, verdulería incluida.
Clubes en problemas y directores técnicos en el limbo.
¿Qué pasa hoy con Alexandre Guimaraes y Hernán Medford, solo para citar a dos de los últimos entrenadores de la Selección Nacional y del Saprissa?
No solo están desempleados, sino que el panorama para que ellos puedan trabajar en Costa Rica está cuesta arriba, precisamente por la inflación de la que hablamos.
Ni Guima, ni Hernán pueden ir a trabajar a alguno de los clubes pequeños del fútbol nacional, porque están acostumbrados a salarios millonarios en equipos grandes y selecciones nacionales.
Nadie se imagina por ejemplo a Hernán con Ramonense y a Alexandre con la Universidad, u otros clubes de similar trayectoria.
Medford y Guimaraes hipotéticamente solo podrían acomodarse en Saprissa, Alajuelense, Liberia, Brujas y Herediano y probablemente devengando fichajes inferiores a los que acostumbraron cobrar. Hoy, esas plazas tienen dueño.
Las opciones laborales de dos de los más renombrados entrenadores criollos, prácticamente se limitan a que caigan Wanchope, Wright o el francés Gayhardy. Raquítico espacio en un campeonato de 12 clubes.
Vale que este par de técnicos suman millones de colones en sus arcas como para vivir de la renta, aunque deben ser conscientes, que la inflación a la que coadyuvaron, hoy se les devuelve como bumerán.
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