Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 28 octubre, 2008
Al técnico argentino del Alajuelense, Marcelo Herrera, le ha costado mucho y por diferentes circunstancias armar el binomio de su línea delantera.
De hecho, todos los delanteros del equipo han tenido sus partidos, horas y minutos de oportunidad y a la fecha, salvo la rachita goleadora de Jean Carlo Solórzano antes de lesionarse y no poder jugar contra Herediano, ninguno, ni el propio Solórzano, se consolidó.
El primer binomio utilizado por Popeye fue el de Solórzano y Windell Gabriels, que para este fraile es el llamado a consolidarse. Nico, como le dicen a Jean Carlo es un ariete inteligente que no se desespera cuando le llega el balón, tiene buen dominio de pelota; ha sumado positivamente en la red en fuerzas básicas y selecciones menores y Windell es un futbolista muy potente y explosivo, que por razones mentales gusta de perderse en los mismos partidos y no mantiene un ritmo sostenido.
En la Liga todavía no se ha visto a plenitud al mejor Gabriels que destellara en Pérez Zeledón y que incluso asomó su fútbol en una Selección Nacional mayor de la que luego fue desenchufado.
En el instante en que el cuerpo técnico del Alajuelense descubra por qué Windell no mantiene regularidad en los partidos, sino que los juega por ráfagas, igual alumbra que apaga y logre que el 21 del equipo se concentre y mantenga regularidad, no solo la Liga, el fútbol nacional habrá encontrado un atacante que por sus características físicas debe ser protagonista. En lo personal me agrada mucho el fútbol de Gabriels; el golazo que le hizo a Ricardo González y otras anotaciones de la misma calidad en partidos anteriores no me sorprende. Pero, sí me sorprende cómo el jugador al rato “desaparece” del campo y obliga al entrenador a sustituirlo, lo que lo aleja de la titularidad.
Otro par de jóvenes atacantes rojinegros han tenido sus minutos de protagonismo, sin poder consolidarse en el gran escenario: Ignacio Aguilar y Guillermo Guardia.
Después de salir de Brujas y enrolarse en la Liga, su equipo, Nacho se enamoró de la red y metió goles que lo guiaron lógicamente a la titularidad. Lamentablemente para él, para el club y para Popeye, el asunto se tornó pasajero y el número 13 erizo se vino a pique. Perdió la titularidad, perdió la confianza y ahora es un relevo loco, que entra a jugar precipitado, presionado y ansioso, en busca de una anotación que lo devuelva a los primeros planos, gol que no se produce. Aguilar entra, corre, se desmarca, dribla y no llega a nada, de manera que urge que alguien del cuerpo técnico, lo calme.
Guardia tuvo cuatro o cinco partidos como titular; carga el “nueve” a su espalda y parece que le pesa mucho. No en vano, después de Josep Miso, nadie ha podido ser grande en la Liga con ese número.
Y, Argenis, igual. Entra ansioso, juega solo, no la pasa; no se calma, no hace pausa. A todos les falta serenidad.
Si no, el gol no llega.
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