Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 27 agosto, 2008
Mientras en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos se dibujó una sobria transición entre Pekín, que terminaba, y Londres, siguiente anfitrión, pocas horas después en Cuba, Fidel Castro despotricaba en contra de los dos eventos y se dejó decir que a los atletas cubanos en China “les echaron el rey” y que en la capital inglesa “habrá corrupción arbitral”.
¡Así de fácil!
Después, más sereno y concentrado en los problemas deportivos propios de la isla y quizá, indirectamente reconociendo el fracaso de sus atletas en Pekín, propuso desde su retiro una revisión del deporte en Cuba, cuya cosecha de medallas en estas olimpiadas se recortó respecto a Atenas 2004.
En Pekín, Cuba ganó 24 preseas, de ellas dos de oro, 11 de plata y 11 de bronce y terminó en el lugar 28 en la tabla general de medallas, una caída en comparación con el lugar 11 en Grecia.
“Nos hemos dormido sobre los laureles”, expresó en un artículo difundido por el sitio digital CubaDebate.
“Tenemos que ser más profundos en los análisis, aplicar nuevas medidas, conceptos y conocimientos”, explicó el viejo líder de 82 primaveras, quien convalece desde julio de 2006 de una enfermedad intestinal.
Castro aseguró que los jueces “robaron descaradamente” las peleas a dos púgiles de la isla y justificó el descontrol exhibido por el peleador de taekwondo Angel Valodia Matos, quien asestó una patada en la cara al árbitro sueco que lo había descalificado.
Valodia y su entrenador Leudis González fueron suspendidos de por vida de toda competencia avalada por la Federación Mundial de Taekwondo.
Castro recordó que el cubano ganaba 3-2 su combate por la medalla de bronce al kazako Aman Chilmanov, en la división de más de 80 kilogramos.
“A su propio entrenador lo trataron de comprar, estaba predispuesto e indignado. No pudo contenerse”, dijo Castro de su deportista.
El árbitro decretó perdedor a Matos con el argumento de que utilizó más de un minuto para reincorporarse en el combate debido a una pequeña lesión.
El longevo político atribuyó a la “mafia de Miami”, el hecho de que los boxeadores cubanos, dominantes en el olimpismo mundial desde México 68, regresaran a la isla sin una sola medalla de oro.
“Ellos burlaron las reglas del Comité Olímpico, fue criminal lo que les hicieron a nuestros pugilistas”, agregó.
“Recibamos a nuestros deportistas olímpicos en todos los rincones del país. Resaltemos su dignidad y sus méritos. Hagamos por ellos lo que esté a nuestro alcance”, enfatizó Castro. “¡Para el honor, Medalla de Oro!”, apuntó.
Con Londres, Fidel no fue “menos generoso”.
“Habrá chovinismo europeo, corrupción arbitral, compra de músculos y cerebros, costo impagable y una fuerte dosis de racismo”.
Y terminó con esta sentencia: “ni sueñen que Londres alcanzará el grado de seguridad, disciplina y entusiasmo que logró Pekín”.
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