Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 25 agosto, 2008
Más de 15 minutos duraron sentados en la banca del Saprissa el técnico Jeaustin Campos y su brazo derecho, Randall Row, tratando de descifrar el férreo planteamiento táctico que imponía el Cartaginés, ordenado por su estratega Juan Luis Hernández.
No es corriente mirar a un binomio de entrenadores que por un largo rato se “desentienden” del curso normal del partido, para, sobre lo que están observando en el terreno de juego, preparar la estrategia de la segunda parte.
¿Cómo abrir los cerrojos de Juan Luis?
¿Cómo deshacerse de los candados?
¿Qué hacer para abrir los grilletes?
Y, por si fuera poco el Cartaginés ganaba 1-0.
Si en el vestuario, en el receso, el Saprissa no cambiaba su forma de juego, la segunda parte no se presentaba halagüeña.
Jeaustin Campos lo planificó muy bien y desde aquí le aplaudimos el dispositivo ordenado, no valorado por la fanaticada morada que no salió satisfecha con el desenvolvimiento de su equipo.
El Saprissa tenía que esconder a sus principales figuras para que los policías que los vigilaban en forma individual se salieran de sus celdas a cazarlos.
El primer celador que se quedó perdido con las variantes fue Oscar Esteban Granados. De pronto el mejor jugador del partido salió a jugar la segunda parte y duró como siete minutos en hallar a Walter Centeno, a quien tuvo a medio metro todo el primer tiempo.
¿Dónde estaba el Paté?
¿Se había quedado en el vestidor?
¡Nada que ver!
Centeno estaba en la cancha pero en lugar de alinearse al lado de Borges y Solís, ahora se paró varios metros atrás, un poco delante de Drummond y Cordero.
“¿Qué hacer, dijo Granados?
¿Voy hasta allá por él o aquí lo espero?
¿Y, si no se viene. Si se queda allá en el fondo?
Si voy a buscarlo se rompe el esquema que me ordenó Juan Luis. Además, ahora entró Armando Alonso y viene la Bala Gómez. Saprissa viene con todo por el empate.
¿Qué hago?”
Granados se confundió y se enredaron Carlos Rodríguez, Héctor Hidalgo y Roberto Mudarra, porque cuando se marca en parejas y una de ellas se sale de la fiesta, se forma un lío del carajo.
La única marca que se sostuvo indisoluble fue la de Mauricio Montero a Alonso Solís.
Claro que Hernández Fuertes no se quedó bloqueado; al ver el desaguisado y notar que sus cerrajeros habían perdido sus marcas, le pidió la pizarrita a McCoy Quirós, llamó a la zona de reserva a sus jugadores y les dibujó los replanteamientos. De inmediato, Hidalgo salió en carrera a pegársele a Armando, Leo Madrigal se tiró abajo a frenar a Núñez, Gabriels se abrió por Celso y entonces Granados se adelantó y fue a buscar a Paté. Metido ahí en zona de ataque, casi anota el gol del triunfo. Fue un partido rico, tácticamente.
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