Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 14 julio, 2008
Cuando repasamos las causas de la quiebra económica del Club Sport Herediano, que obligó a cederlo en administración a la señora Roxie Blen, nos enteramos de algo que hemos comentado miles de veces en este espacio.
El 95% o más de los ingresos que reciben las juntas directivas o los propietarios de nuestros clubes de fútbol de la primera división, van directo al pago de la nómina y poco o nada queda para otros renglones que deberían ser –como el fortalecimiento de las ligas menores-, mucho más importantes.
Los que ayudaron a quebrar al Herediano nos informan que los millones de colones que ingresaron a la tesorería del club por las ventas de Leandrinho, Junior Díaz, Andy Furtado, Carlos Johnson y Kenneth García, se fueron directamente a los bolsillos de Ricardo González, Robert Arias, Leonardo González, Félix Montoya, Marvin Angulo, Jafet Soto, Adrián De Lemos, Gérald Drummond y demás integrantes del primer equipo.
¿Cuánto dinero le quedó a la directiva del Herediano para invertirlo en sus fuerzas básicas?
Nada.
¿Cuánto dinero le sobró a la dirigencia que presidió Aquil Alí para contratar a un maestro extranjero, que les enseñe a jugar fútbol a los niños talentos de la provincia de Heredia, que a sus diez o doce años saben mover la pelota, pero no encuentran al instructor?
Este cruel retrato de la situación que llevó al Herediano a entregarse en algunos renglones y con todo respeto “hasta por hambre”, a los predios de la familia Blen, forma parte de uno de los tumores letales del fútbol costarricense, analizados en esta Nota hasta el aburrimiento.
Mientras existan los dirigentes fanáticos y cero pensantes, dispuestos a abrir sus billeteras para cancelar millones de millones de colones a jugadores que después, en la cancha, no responden con calidad de juego e incluso con títulos en idéntica proporción a lo que ganan, el fútbol costarricense no va a hallar su ruta.
Y el mismo Herediano lo confirma.
Los dirigentes vendieron a sus estrellas; lo que recibieron de esas ventas se los entregaron a sus otras estrellas (y las catalogamos así porque la mayoría gana mensualidades de seis ceros a la derecha) y sin embargo, estos jugadores que se llevaron la mejor tajada del queque, no le han dado a la institución un título en muchísimos años.
Entonces, este drama hay que remediarlo; hay que buscarle salidas y solución y nos parece que los previos del nuevo campeonato nos han traído buenas noticias.
Con la excepción de un par de dirigentes que siguen con la billetera abierta, en otros clubes ha imperado la prudencia, el buen tacto, el costo de oportunidad y en puertas de un nuevo torneo, el mercado de jugadores no ha sido sacudido por fichajes millonarios y rimbombantes, tan comunes en los últimos años. El tema da para más.
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