Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 03 julio, 2008
Me convenció Eduardo Li.
La pura verdad no pensé que se animara a despedir a Hernán Medford y así lo expresé.
Hasta me inventé una novela de que se había firmado un pacto entre dirigente y entrenador para que lo dejaran empezar la cuadrangular contra El Salvador y que, si Costa Rica perdía ese primer partido en casa, don Hernán renunciaría a su puesto y a los derechos laborales inherentes al cargo.
No fue así.
Medford finalmente cayó y en su ruta al despeñadero se aferró a la clasificación que logró la Selección Nacional a la siguiente fase como único argumento defensivo, digamos que válido.
“Me contrataron para ir al Mundial y cumplí el primer paso; a pesar de que logré el objetivo, me echaron”, así de fácil lo hizo ver el polémico entrenador, quien se sacudió la mochila y evadió gran parte de su responsabilidad en el fracaso, delegándoselo también y endosándolo a la dirigencia que lo botó y a un sector de la prensa a la que calificó de terrorista.
Medford dio la cara en algunos foros de opinión y les exigió a sus interlocutores que se dejaran de carajadas y que hablaran de fútbol.
Pero, cuando lo cuestionaron sobre asuntos de fútbol; sobre convocatorias, alineaciones y formas de juego, le fue muy fácil evadir su responsabilidad con un término que lo resuelve todo: interpretación.
Yashin interpreta que se jugó mal. Hernán interpreta que se jugó bien.
Everardo interpreta que equis no debió jugar. Medford interpreta que sí.
El señor Li interpreta que faltó volumen de juego. Don Hernán interpreta que sobró.
Medford exigió hablar solo de fútbol y olvidarse de chismes, pero cuando se le cuestionó solo de fútbol, evadió la responsabilidad que conlleva 12 partidos sin victorias, escondiéndose en la cómoda interpretación.
Ya en frío el presidente de la Federación le ha respondido con la verdad: “aguanté presión durante la UNCAF, la Copa Oro y los amistosos y le exigí una mejora de juego para el partido ante Granada. La mejora no se dio”.
De solo imaginar lo que hubiese sucedido en este país, si el árbitro pita el penal de Víctor Cordero, Granada lo anota; el juego se pone 3-0: el portero rival no regala el primer gol de Costa Rica y el centro delantero granadino no se deja expulsar en el minuto 46 y nos quedamos fuera del Mundial en la primera de cambio.
¡Cómo se le ocurrió a Medford, siquiera imaginarse que este drama no traería cola!
Fue en ese partido en Granada donde el entrenador firmó su sentencia de despido, porque, como lo escribimos ayer: si el equipo no mejoró se debió básicamente a dos factores: o falló el profesor o los alumnos no sirven.
Más de diez partidos mal jugados y ese juego dramático en Granada, empatado por obra del azar, fueron argumentación sobrada para que la dirigencia tomara la acertada decisión del despido. El cese de Hernán fue excelentemente interpretado.
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